Bajé las escaleras del instituto, pasando por toda la multitud de gente casi sin darme cuenta. Una vez afuera pude sentir el Sol posándose con cariño sobre mis brazos desnudos. Al fin hace calor.
Papá acaba de irse a casa con el número de Mimi consigo. Lo logró y eso me hace sentir que todo se me está yendo de las manos.
Se fue triste. A pesar de ni siquiera haberme preguntado por qué mentí para venir a Londres, supongo que sabía la razón; Mimi siempre le hizo saber que no quería que él estuviese a mi cargo, pero sigo pensando que es un poco tonto; Will no lo ha hecho mal.
Me senté sobre las gradas de la cancha de fútbol. No había nadie ahí y era perfecto para descansar y sentir el calorcito que tanto había esperado. Pero no pasaron más de 20 minutos de tranquilidad para que alguien llegara a arruinarlo.
—¿Qué haces tan sola preciosa? —Miré hacia mi izquierda, rogando al cielo que no fuese Matt. Pero sí.
Rodé mis ojos hasta ponerlo en blanco. —Evitando a payasos como tú. —Respondí sin filtro. Él soltó una risa irónica y se sentó a mi lado.
—Puedo sentarme, ¿no?
—Ya lo hiciste.
—Genial. —Se inclinó hacia adelante y me miró. —¿Podríamos hablar?
—¿Sobre qué? ¿Sobre cómo le has contado a todos de un beso que jamás existió? o ¿Sobre cómo no te cansas de insistir en hablarme sabiendo que no te soporto?
—Ninguna de las dos. Sólo dejemos de lado las diferencias, podemos ser amigos.
Lo miré directo a los ojos. —Eres un payaso, Mathias Hornmann. — Suspiré. — Si algo de empatía tienes, por favor déjame en paz.
—No, no la tengo. Lo siento. — Genial. — Y eso de contarle a todos sobre el beso... no es que se lo haya dicho a todos, ¿sabes? sólo a un par, es sólo que ellos se encargaron de difundirlo probablemente.
—Sí y seguro tú no esperabas que eso sucediera, ¿no? — reí. — Pooobrecillo. — Dije irónica y le acaricié una mejilla. Me levanté de mi lugar y comencé a bajar los enormes peldaños.
—¡Espera! —Bajó también y me alcanzó en el pasto de la cancha. —Hagamos algo... Ya que todos lo saben ahora y dejando de lado quién tiene la culpa... ¿Por qué no sólo me besas de verdad y tenemos algo? Así tendrán razón al hablar sobre nosotros por los pasillos. —No puedo creer que en serio esté diciendo eso, muchísimo menos que ponga esa cara de coqueteo, ¡Dios! Creí que ésta clase de imbecil ya se había extinguido. Mis puños y dientes se apretaron automáticamente al oír esa sarta de barbaridades.
—Mejor que hablen de esto. —Tan impulsiva como jamás lo había sido antes, levanté uno de mis puños y le dí directo en la mandíbula... bueno, al menos a ese lugar de su rostro quería llegar. Matt se agachó al instante y luego me miró, cubriéndose desde la nariz hacia abajo con las manos.
—¿QUÉ MIERDA TIENES EN LA CABEZA? — Gritó. Claro, ahora el que se enoja es él. —¡ERES UNA PERRA! — Oh Dios, su nariz está sangrando.
—Te he hecho sangrar, lo siento. — Dije, tentada de la risa y salí corriendo de ahí.
¡Diablos! Qué bien se siente ser una perra de vez en cuando.
Al salir de la cancha seguí caminando por los al rededores, aún riéndome de la situación en la que me encontraba. Sí, estoy consiente de que quizá me envíen a castigo más adelante, pero ¿Y qué? Me salí con la mía, me quité al chico de encima y descargué un poco de la rabia que sentía. Además la cara que puso fue realmente graciosa.
Me senté sobre el pasto, en medio de nada y suspiré, contenta. De pronto sentí el sonido de los mensajes de mi teléfono.
«¡Qué buen golpe, joder! Lo he visto todo desde la ventana de mi habitación. Me hiciste reír muchísimo, espero que me enseñes algún día. -Niall»
¡¿Qué?! ¿Niall lo me vió golpearlo? Este momento no podría ser mejor.
Comencé a reírme a carcajadas y tecleé sobre el aparato para responder.
«¡Jajajajajaja! ¡No puedo creer que me hayas visto! La verdad es que nunca antes había golpeado a nadie, no creas que soy de esas. -K»
«Tranquila, sé qué clase de chica eres, pero cómo me has hecho reír. Veo que tu también lo encuentras gracioso. -Niall»
¿Acaso aún me estaba viendo? Comencé a mirar hacia todos lados, pero definitivamente no había nadie cerca, más que edificios por ue rodeaban el sector de pasto en el que me encontraba.
«¿Acaso aún me estás mirando? -K»
«No lo sé... Pero te ves muy cómoda ahí, ¿Crees que haya espacio para mí? -Niall.»
«Claro que sí, hay muchísimo espacio aquí. Si vienes, más vale que traigas galletas -K»
No volvió a responder, así que de seguro me quedaré con las ganas de comer galletas... pero mucho más con las ganas de pasar un rato con él.
A pesar de ya no estar juntos, me gusta saber que aún está pendiente de mí y que no me guarda ningún tipo de rencor. Quizá podríamos intentarlo de nuevo más adelante, quién sabe.
Me eché hacia atrás, para quedar completamente estirada sobre el césped. Qué delicia.
—No encontré de tus favoritas, pero había de fresas, supongo que también son ricas. —Dijo una sombra que se interpuso entre el Sol y mis ojos. Los abrí y me encontré con el dulce rostro de mi ex novio de dos días.
—¡Delicioso! —Exclamé y me incorporé. Niall se sentó junto a mí y abrió el paquete de galletas.
—Sabía que te gustarían. —Sonrió. —Algo sé de tus gustos.
—Bastante, diría yo. —Los dos nos reímos y me eche una galleta a la boca. —Egsdá ediozioza.
—¡Áds güe ediozioza! —Exclamó, también con la boca llena de migas de galleta y solté una carcajada enorme.
—Estás loco, Horan. —Él sólo sonrió y terminó de tragar. —¿Qué han hecho hoy en clases?
—¿No deberías haber asistido y saberlo tú misma?
—¡Hey! Yo hago las preguntas aquí. —Bromeé.
—Pues yo debería hacerlas, la sospechosa eres tú, por haber faltado a clases.
—Vale. Tú ganas. —Se rió y respondió a mi pregunta antes de tener que hacerlo yo. Mala jugada, mejor para mí.
—Pues... En física nos han enseñado... — pareció pensar un momento —Espera... no lo recuerdo. —Los dos no reímos y habló de nuevo: —Bueno... pero en Historia nos han pasado eso de... —Pero qué le sucede a éste chico. — Eso de la época antigua, ¿Cómo es que se llama? — Comenzó a chasquear sus dedos, como si eso fuese a darle la respuesta. Yo sólo me reía de él mientras trataba desesperadamente de recordar.
—Al parecer alguien ha tenido la cabeza en las nubes hoy día. — reí. —¿Lo ves? No hay una gran diferencia entre nosotros. Yo no fui a clase, pero tu no lo recuerdas. —Me metí una galleta en la boca y él me quedó mirando. Odio cuando hace eso, aparte de ponerme nerviosa, hace que quiera quedarme pegada en los detalles de sus ojos por siempre... Además hace que mis pensamientos sean cursis, como ahora.
—Quizá no estaba en las nubes, todo depende de donde hayas estado tú.
—¿Qué quieres decir? —Pregunté.
—¿Dónde estabas?
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Eternidad (corrigiendo)
FanfictionKeyra Johnson siempre creyó que su vida estaba bien, hasta que decidió mentir estratégicamente para mudarse a vivir a otro continente junto a su padre, a quien no ha visto en años. En este nuevo lugar conocerá el verdadero significado de amistad, y...