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Bastó con una mirada para que Mimi se diera cuenta de inmediato de que Niall y yo teníamos temas pendientes.

—No te preocupes, cielo. No interrumpes nada. —Dijo, levantándose de su asiento. Lo abrazó y besó cada una de sus mejillas. —Los dejo a solas, chicos. —Y salió.

Niall me miró aterrado, ¿Qué le pasaba ahora? Caminó a pasos torpes hasta el asiento que Mimi acababa de dejar y tomó asiento. 

—Ah... —Se pasó una mano por el cabello y lo desordenó un poco, luego se aclaró la garganta. —Keyra, lo siento. 

—No, yo lo s...

—No, no, no. —Me interrumpió. —No sé qué estoy haciendo. —Se lamentó, dibujando una sonrisa irónica en su rostro.

—Escuchame, Niall, yo sé que te prometí seguir luchando, pero de verdad ya no p...

Volvió a interrumpirme. —Amor, de qué cojones estás hablando —Espetó, levantando la parte interior de sus cejas, como si yo estuviera diciendo una payasada. —No es tu culpa, nada de esto lo es. Es que ni siquiera lo mereces, joder. Y encima yo lo arruiné aún más, no sé en qué estaba pensando cuando te dejé sola ayer y hoy por la mañana. 

—Es que tampoco es tu culpa. —Dejó de hablar y me observó atento. Suspiré. —Todo este tiempo has estado tratando de salvarme, de mantener mi enfermedad bajo control, pero no puedes controlar el cáncer, porque no depende de tí, ni de mí, ni de nadie. Si mi tratamiento no ha funcionado es porque está jodidamente avanzado. Pero eso no te hace responsable de nada. —Tomé aire y volví a hablar. —Por lo demás, estás tan cansado de toda esta mierda como yo y está bien que hayas querido estar solo y pensar. Has hecho lo suficiente por mí e incluso más. Por favor deja de torturarte y culparte de cosas... —tomé su mano, mirándolo con preocupación —Eres perfecto.

Me miraba con ojos tristes, sin palabras que salieran de su boca. Acaricié su mano con mis dedos, esperando a que dijera algo.

—Me pregunto por qué a tí —Dijo al fin, su voz ésta vez sonaba más tranquila, más serena. Entrecerró sus ojos y negó con desaprobación. 

—¿Por qué no? —pregunté. —¿Por qué a otra persona sí?

—Porque tú eres perfecta —Respondió seguro. 

¿Yo perfecta? Me reí, —No soy perfecta, tonto. Y aunque lo fuera, —añadí —ni el ser más cruel y malvado debería tener cáncer. Si yo lo tengo, es porque puedo y porque así debe ser. Si no era yo, sería alguien más y yo no se lo deseo a nadie.

Suspiró, sin dejar de mirarme con suma seriedad y frustración en el semblante. —No estoy preparado —Admitió. —No estoy preparado para toda la mierda que se nos viene encima y no creo que llegue a estarlo jamás. 

—Tampoco yo. Y estoy jodidamente aterrada, no te imaginas. —Me reí. —Pero no tengo otra opción. 

Tomó mis manos entre las suyas y depositó un beso sobre ellas. —Pues con miedo y todo, no pienso moverme de tu lado. Y que sepas que no vas a poder deshacerte de mí, porque daré cada puto paso contigo. 

Me asustaba un poco oírlo decir eso con tanta convicción. ¿Se daría cuenta de lo que decía? Es que iba a verme morir. 

Pero de todas maneras no pude evitar sentirme bien al verlo tan seguro, tan convencido de lo nuestro, de quererme así. Sonreí. 

—Podríamos comenzar por una cosa.. —Dije, con una idea en mente.

—¿Cuál? 

Apunté al poco cabello que me quedaba en la cabeza, pues llevaba semanas postergando una ida a cortármelo y ya comenzaba a verme ridícula y a dar pena. 

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora