Eternidad (corrigiendo)

36

—Qué cómodo. —Dije en cuanto entramos a mi habitación y me recosté sobre mi cama. 

Nos habíamos pasado toda la tarde conversando, siendo sinceros y riéndonos ahí abajo, sentados sobre el pasto, pero ya se hacía tarde y corría mucho viento. En cambio dentro de mi cuarto estaba temperado, perfecto para una taza de café.

Niall se recostó a mi lado y nos quedamos mirando al techo. 

—¿No es raro? 

—¿Qué cosa? —Me giré y me estaba mirando. Sólo lo había pensado, no quise decirlo en voz alta.

—No lo sé. —Reí. —Todo esto. 

Volvió a mirar al techo. —nah. Raro no, lindo. —corrigió.

—Tú eres lindo. 

Volvió a mirarme, movió todo su cuerpo hacia mí, me rodeó con sus brazos y depositó un beso en mi mejilla. —Y tú. 

Mi celular sonó sobre el escritorio. Ah, cómo odio que suene ese maldito teléfono. 

Me lvanté con pesar y lo alcancé, entonces volví a acostarme al lado de Niall. Abrí el mensaje: «Llamó Will y dijo que vendrá en una hora. Liam irá a comer con nosotras y a conocer la familia! :D Estate lista cuando venga! -Toff.»

Suspiré. No quiero ir a casa.Con todo esto de la Leucemia, sentía que estar cerca de Will me agobiaba muchísimo. Está tan preocupado y estresado que me traspasa toda esa mala energía y me siento ahogada, harta, no lo sé. Podrá sonar muy esotérico, pero en serio siento malas vibras con papá. 

—¿Estás bien?

—Sí. —Sonreí, poco convincente. 

—Key... tú sabes que puedes con fiar en mí, ¿cierto?

—Por supuesto que sí. —Me apoyé sobre mis brazos y junté mis labios con los suyos. —Tú también puedes contar conmigo siempre. —Recogió un mechón rebelde y lo puso detrás de mi oreja. Nos quedamos un rato pegados, el uno sobre el otro hasta que reaccioné. —Tengo que preparar mis cosas para el fin de semana, Will ya viene por mí. 

—No te vayas —Me miró con falsa tristeza, haciendo un puchero y levantando sus cejas en el medio. 

—¡No hagas eso! —me reí y le puse una almohada encima de la cara. —Puedes acompañarme mientras preparo todo. Él se quitó la almohada de encima y su sonrisa apareció por debajo, entonces asintió con la cabeza muy satisfecho.

—Podrías almorzar en mi casa un día... digo, mañana o el Domingo. Así conoces a mi familia. —¿Conocer a su familia? No había pensado en eso e imaginarlo era como un golpe en el estómago... quiero decir, claro que me encantaría conocer a su familia, pero es algo que me pone sumamente nerviosa, ¿Qué tal si no les gusto? 

—¿Conocer a tu familia? 

—Claro. —respondió entusiasmado. —Te amarán.

—Si tu lo dices... —Sonreí. —Sólo si prometes que no van a odiarme, me da mucho temor no gustarles. 

—No digas tonterías —rió.—Eres perfecta. 

Perfecta.. sí, claro. Me acerqué y deposité un beso sonriente en su boca. Me levanté de la cama, pasando por encima suyo y me acerqué al armario para seleccionar las prendas que me llevaría a casa. 

Estuve un buen rato sacando y guardando ropa, luego me cepillé los dientes y me abrigué un poco para la noche, todo bajo la mirada de mi novio, que no hacía más que sonreírme cada vez que me quedaba mirándolo o tarareaba alguna canción.