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Llegando al instituto toda fatigada, pasé a la cafetería por un chocolate caliente. Will insistió en llevarme a casa y que pase la noche allá, pero sinceramente no tenía ganas de armar escenas dramáticas ni con él, ni con nadie y aquí me siento mucho más cómoda. De todos modos al final éste es mi hogar y aquí paso más tiempo. 

Me senté en la primera mesa que encontré y me dispuse a soplar mi chocolate caliente, porque claro... está caliente. Miré a mi al rededor: de las sobre setecientas personas que podrían caber aquí dentro, tan sólo tres estaban aquí además de mí. Evidente si ya son casi las diez de la noche. No es que el camino de vuelta fuese muy largo, pero fue tanta la insistencia de papá, que de todas formas estuve un rato en casa con él.

Después de mucho luchar contra el sueño, sentí que comenzaba a ganarme, por lo que me tomé de un sorbo lo poco que me quedaba de chocolate y me fui a mi habitación.

— ¿Toff?— El cuarto estaba vacío... ¿diez de la noche?¿Dónde se habrá metido? — ¿Toff estás en el baño?— pregunté acercando mi oreja a la puerta del baño, pero no había nadie ahí dentro. Raro.

Se recosté sobre mi cama y di un gran suspiro. Estoy agotada. 

De pronto oí unos golpes en la puerta; debe ser ella, para variar sin sus llaves. — Ya voy — Pero no: sólo era Mike, porque seguro no le bastó con estar todo el día histérico y pegado a mí... Entró rápidamente y me abrazó.

— Keyra todo va a estar bien, ¿sí? — Me besó la frente y me volvió a rodear con sus brazos, pegándome a él. Veo que pasé de estar con el chismoso a estar con el histérico nuevamente. —No pasa nada, vas a estar bien, estoy seguro.

— ¿Apenas llegué y Will ya va de chismoso? — Separé mi cara de su pecho y di un paso atrás, bajo su mirada perpleja.

— ¿Chismoso? Que es algo importante, hermanita. Seguro estás muy fatigada con todo esto y lo entiendo. —No podía evitar pensar que Michael sólo estaba haciendo el rídiculo y siendo melodramático.

—  Sí, tienes razón, — asentí con la cabeza— estoy cansada y harta del día. ¿Me dejarías dormir? — Con mis brazos le provoqué dar la vuelta y abrí la puerta, dejándole espacio para salir. — Y hazme el favor de no hacer como Will y mantenlo en secreto, ¿sí? No quiero que toda la escuela sienta lástima por mí, así como tu y papá ya lo están haciendo. — Y antes de que pudiese decir algo, volví a hablar: — Gracias, buenas noches. — cerré la puerta detrás de mí y le di al botón de la luz, a oscuras me acosté sobre mi cama y me quedé ahí, mirando el techo, tratando de mantener la mente en blanco hasta que finalmente caí dormida. 

Pero mi estúpido teléfono me despertó un par de horas después.

—¿Hola?— Bueno, eso no sonó como esperaba. Carraspeé con la garganta y comencé de nuevo: —¿Hola?

— Keyra, soy yo. Siento haberte despertado. — Por mucho que no estemos bien, mi estómago sigue reaccionando cada vez que escucho su voz. — Ah... necesito hablar contigo y cuanto antes sea, mejor. — Su voz no sonaba muy felíz, por supuesto; se trataba de un problema.

—Claro. — musité para no despertar a Toff. — ¿Nos encontramos en algun lugar?

— Afuera de la cafetería, ¿te parece bien? ¿En diez minutos?

— Sí, claro. Nos vemos ahí. 

Le di al botón rojo de mi celular y me rasqué los ojos un buen rato antes de salir de la cama. Busqué una campera con mis manos, saqué lo primero que toqué, que al parecer era de Toff, porque con sólo ponermelo me sentí rodeada del olor de su perfume. Da igual.

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora