Capítulo 2

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Un año y medio después...

La lluvia había dado tregua durante los interminables minutos que duró el funeral. Pero ahora, que todo había acabado y los dos féretros eran depositados por el personal del cementerio en el fondo de la fosa, una fina capa de lluvia comenzó a empaparlo todo.

El joven matrimonio, se había visto involucrado en un absurdo accidente. Un camión de recogida de basuras, que circulaba en dirección contraria a ellos por la carretera que unía Queens con Manhattan, había intentado esquivar un pequeño alcance sin consecuencias, pero el conductor había perdido el control, saltándose la mediana e impactando de lleno con el coche de Will y Susan, acabando con sus vidas en el acto.

Richard, que se había mantenido detrás de todos los asistentes al funeral, era incapaz de moverse del sitio. Abrió su paraguas y esperó pacientemente a que todos y cada uno de los asistentes fuesen marchándose para acercarse en solitario a la tumba de su amiga y su marido. Como si una fuerza superior le ayudase, aquella lluvia estaba invitando a que rápidamente los allí congregados se dispersasen hacia sus coches con rapidez. Pero había una figura en las primeras filas que no parecía dispuesta a moverse del sitio.

Richard hizo una mueca de disgusto. Parecía que alguien más había pensado lo mismo que él. Esperó pacientemente a que aquella mujer se marchase, no llevaba paraguas y en breve su peinado se arruinaría por completo si seguía bajo esa lluvia. Pasados unos minutos, la totalidad de los asistentes se habían esfumado excepto ella. En vista que la mujer no se marchaba, si no que al contrario, se acercó más hasta quedarse al lado de la fosa, Richard decidió obviarla y acercarse él también.

Caminó despacio hasta la fosa, la mujer, al notar su presencia se giró un segundo descubriendo que no estaba sola.

- Hola... - dijo Richard intentando no asustarla.

Ella no contestó, se limitó asentir. Él pudo ver como su cuerpo se estremecía por el llanto. La lluvia comenzó a caer con un poco más de intensidad, y él apenado por la situación se acercó más a ella cubriéndola con su paraguas.

- Gracias - dijo con voz ronca al sentirse resguardada por el paraguas.

- Susan era mi amiga - dijo sin ser preguntado - todavía no puedo creerlo...

La mujer no contestó, él supuso que era incapaz de articular palabra, podía ver por el rabillo del ojo como sus lágrimas resbalaban por la cara y ella era incapaz de limpiarlas por más que lo intentaba con el dorso de su mano. Richard metió la mano en su bolsillo y sin mirarla, le tendió un pañuelo que ella aceptó sin protestar, limpiándose la cara.

- Will - dijo al fin ella - era mi mejor amigo.

Richard afirmó con un gesto frunciendo sus labios. La lluvia comenzó a caer con más fuerza.

- Creo que será mejor que nos marchemos - dijo intentando no sonar descortés, pero sentía como sus zapatos y parte de sus pantalones estaban comenzando a empaparse.

Ella se giró para mirarle y entonces ambos se dieron cuenta de quien era el otro. Él reconoció a la joven de los ojos bonitos que había visto en la boda de su amiga, y ella comprobó que estaba ensuciando el pañuelo de uno de sus escritores favoritos.

- Vamos - dijo él girándose para que ella le siguiese - tengo mi coche ahí, te acercaré a donde quieras...

- Gracias - contestó ella - pero también he venido en coche.

- En tal caso, te acompañaré hasta allí para que no cojas un buen resfriado.

Ambos se alejaron de la fosa, caminando hacía sus coches, que paradójicamente estaban aparcados juntos. Kate sonrió al comprobar que el escritor había venido en un Ferrari de color rojo. Recordó que Susan, en alguna de las cenas de pareja que habían compartido Josh y ella con el matrimonio, había comentado el carácter infantil y caprichoso del escritor.

Por su parte Richard se fijó en el Crown Victoria aparcado junto a su coche. Era el coche oficial de la policía.

- ¿Erais compañeros? - preguntó Richard señalando el coche.

- Lo fuimos - contestó ella - Will pasó al FBI y yo continué en la policía.

- Entiendo...

Richard la acompañó hasta la puerta y ella abrió la misma despidiéndose de él.

- Gracias señor Castle... - le dijo tendiéndole la mano.

Él sonrió al saberse reconocido.

- Ha sido un placer agente... - dijo mientras aceptaba su mano.

- Detective - se adelantó a corregir ella.

- Detective - repitió él.

- Katherine Beckett - dijo ella entrando al coche - gracias de nuevo.

Richard cerró la puerta y la saludó con la mano, dándose media vuelta y acercándose a su coche. Entró en el mismo y lo puso en marcha, no sin antes mirar el lugar donde estaba la tumba de Susan. La lluvia repiqueteó con fuerza sobre el techo de su coche y él decidió que volvería allí en otro momento. Desgraciadamente, ya no había nada que pudiese hacer para que Susan volviese.

Por un momento pensó en el nombre de aquella mujer, Katherine Beckett... Sí... Recordó que Susan había llegado un día con un ejemplar de todos y cada uno de los libros que él había publicado hasta entonces y se los hizo firmar, dedicándoselos a Kate Beckett...

Mientras Kate conducía camino de la comisaría, se acordó que en su bolsillo tenía el pañuelo que Richard Castle le había dado para que se limpiase. Pensó por un momento que utilizaría su base de datos para devolvérselo una vez lo tuviese limpio, pero instantes después decidió que como las probabilidades de volver a verle, ahora que Susan y Will ya no estaban entre ellos, iban a ser mínimas y se trataba únicamente de un pañuelo, lo dejaría estar.

Al fin y al cabo ella era fan del escritor. Y en ese pañuelo estaban bordadas en gris perla sus iniciales...

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora