Capítulo 36

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N/A: No es muy habitual que haga esto, pero necesito que sepáis que cada uno de vuestros comentarios son empujones que me obligan a sentarme y seguir escribiendo y especialmente algunos de los comentarios del capítulo treinta y cinco me han llegado hondo. Supongo que necesitaba ese empuje después de llevar tanto tiempo sin ganas ni ilusión por escribir.

Gracias por seguir confiando en esta historia, gracias de corazón por vuestro apoyo.

Y dentro de un rato, como cada vez que subo un capítulo nuevo, revisaré mi correo diciendo para mí: ¿A ver que opinan mis chicas?



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Kate le sonrió y entrecruzaron sus dedos. Richard supo que tenía que irse de la habitación y se levantó de la cama sin soltar su mano. Él comenzó a andar hacía atrás y ambos alargaron sus brazos hasta que la distancia les obligó a soltarse.

Antes de bajar a su habitación, entró en la habitación de su hija, comprobando que aún dormía. Bajó las escaleras mirando su reloj y decidió que no iba a meterse en la cama, aunque si quería dejar de sentir la presión que había crecido bajo sus pantalones al ver a Kate ponerse el pijama, tendría que darse una ducha.

Mientras estaba bajo el agua, recordó todo lo que había pasado entre ambos durante la noche. Un cosquilleo se instauró en su estómago. Quería eso a diario. Necesitaba a Kate en su vida.

Se puso un pantalón de pijama, una camiseta de manga corta y sus mullidos calcetines para andar descalzo y fue hasta la cocina para hacer café. Si fuese un sábado cualquiera dejaría preparado todo para hacer tortitas de desayuno, pero salvo Alexis, dudaba que Kate o su madre se levantasen pronto. Sopesó la idea y decidió que Alexis merecía esas tortitas.

Suspiró sonriendo y miró el reloj. Ya era hora para llamar a la floristería y al portero de la finca para que les dejase entrar y trasladasen todas aquellas flores al cementerio.

- Hola papá.

- Cariño - dijo besándola en la cabeza cuando ella se acercó.

- ¿Qué tal anoche?

- Bien.

- ¿Sólo bien? - preguntó Alexis sirviéndose un vaso de zumo.

Richard la miró sin saber muy bien que decirle.

- Cariño...

- Vamos papá, creo que soy mayorcita.

- No creo que deba hablar contigo sobre mis citas...

- Os he oído llegar hace un rato - aseguró cortándole.

Él sonrió.

- Entonces... ¿Por qué preguntas?

Alexis le miró sonriendo.

- Porque quiero que me digas que no has metido la pata.

- No he metido la pata - dijo levantando las manos - O eso creo... No le digas a Kate que nos has oído llegar, supongo que ya ha tenido suficiente con tu abuela.

- No te preocupes.

- ¿Sabes? Me da pánico que sigas creciendo.

- ¿Por qué?

- Tienes catorce años Alexis y estoy hablando contigo de mis relaciones... Cuando tengas cinco más...

La chica le miró sonriendo.

- No tengo intenciones de pedirte detalles de nada.

- Eso espero... O empezarías a ponerme nota y eso me haría sentir muy raro...

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora