Capítulo 46 (M+18)

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Kate abrió los ojos en la oscuridad. Aún quedaban varias horas para que amaneciese. Le fastidiaba despertarse en mitad de la noche, porque después le costaba conciliar el sueño, pero se acordó que no tenía porqué levantarse pronto. No iría a trabajar. Se giró sobre el costado al no sentir el brazo de Richard rodeándola como cada mañana, descubriendo al hacerlo que él no estaba a su lado.

Se sentó y cogió el intercomunicador mirando la pantalla y descubriendo que Robby dormía plácidamente en su cuna. Esperó unos segundos intentando escuchar algún sonido que llegase desde el baño. Nada. Decidió levantarse.

Buscó su camiseta entre la ropa de la cama, sin tener ni idea de donde la habría lanzado el escritor cuando la noche anterior se deshizo de ella. Por suerte durante la búsqueda encontró su ropa interior y la camiseta de él. Se vistió y salió descalza hasta el despacho de Richard, esperando encontrarle allí, enfrascado en lo que fuese que estaba escribiendo durante el último mes y que no dejaba que ella leyese. Pero él no estaba allí.

Sin embargo, la puerta que daba a la terraza del ático estaba entornada. Miró hacia la habitación, sin saber muy bien si volver para para calzarse y coger el intercomunicador o dejarlo allí. Al final, abrió la puerta y salió.

En cuanto lo hizo reconoció un olor particular y se dijo a si misma que no era posible lo que estaba imaginando. Se acercó al escritor que estaba de espaldas a ella perdido mirando el perfil de la ciudad, con sus altos rascacielos iluminando el cielo.

- ¿Se puede saber qué estás haciendo con eso? - preguntó provocando que él diese un respingo girándose para mirarla.

Richard intentó en vano esconder la mano detrás de su cuerpo y Kate le miró entrecerrando los ojos.

- ¿Tienes claro que soy policía o tengo que explicarte cómo funciona el tema?

- No es lo que crees... - se apresuró a decir él.

- ¿Ah no? ¿Me estás intentando convencer para que crea que eso que escondes detrás de ti no es un porro? ¿Crees que soy tonta?

- Si... No... Bueno... Quiero decir - dijo ladeando la cabeza - Sí, si lo es... Pero no es lo que piensas...

Kate dio un paso hacia el volviendo a entrecerrar los ojos.

- Y... ¿Según tú que es lo que pienso?

- No hago esto habitualmente - se excusó.

- Ya... ¿Ahora vas a decirme que te lo encontraste al salir aquí?

Richard río.

- Ni de coña. Eso no ibas a tragártelo.

Kate no contestó, continuó mirándole esperando una explicación lógica.

- Estoy nervioso. Y me relaja.

- Claro... Es lo que dicen todos los yonquis de ahí fuera - dijo ella señalando la ciudad con una mano.

- ¡Vamos! No me compares, esto... Esto es solo un porro. No tiene importancia.

- Si no tiene importancia - comenzó ella acercándose más a él - ¿Por qué te escondes?

- Exactamente no me estoy escondiendo... ¿No pretenderás que lo haga dentro con los niños y...?

- ¿Y...?

- ¡Vamos! Si hasta está caducada del tiempo que hace que la tenía guardada...

Aunque el escritor lo pensase, ella no estaba enfadada. Simplemente estaba tan sorprendida de verle ahí fuera fumando marihuana que no sabía cómo debía reaccionar. Por un momento su mente viajó hasta Standford y sus locos fines de semana, donde fumarse un porro era el menor de los excesos que podía cometerse.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora