Capítulo 28

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Richard sintió alivio en cuanto volvieron a pisar la cuarta planta. Recordó las palabras de Kate "Tengo que reconocer que Lanie está un poco loca, sí..." Si eso era estar un poco loca, no quería pensar que significaba estar completamente chiflada.

- ¿Tenéis la lista chicos?

- Ha sido sencillo - dijo Ryan - todo el mundo tiene que pasar su tarjeta identificativa por recepción y me han enviado los datos por internet en un formato sencillo y fácil de tratar.

- ¿Cuánta gente había en el edificio en el momento del asesinato?

- Veamos... Cincuenta.

- Esa es mucha gente - dijo Richard.

- Pero ya son menos que los que teníamos antes - dijo Kate sin mirarle.

- Casi todos son obreros, en la octava planta estaban haciendo una reforma.

- ¿Y el resto?

- Limpieza, mantenimiento y un par de ejecutivas de marketing.

- ¿Alguien fuera de su horario normal? - preguntó Richard.

- ¿Por qué preguntas eso? - dijo Espo interviniendo.

- Nuestro hombre estaba trabajando un viernes por la tarde. Cosa extraña en él, según habéis dicho, solía hacerlo el resto de los días pero no el fin de semana. ¿Qué tal si hubiese sorprendido a alguien haciendo algo que no debía?

Kate hizo una mueca a Espo. Puede que tuviese razón.

- ¿Puedes comprobar eso Kevin?

- Tendré que pedir los horarios habituales, sólo tengo el del viernes.

- Voy a por un café - dijo Espo.

- Te acompaño - dijo Richard siguiendo al detective.

Kate fue hasta su mesa e hizo un par de llamadas mientras Kevin hablaba con la empresa de seguridad y control del edificio.

Richard probó el café de la vieja cafetera que había en la sala de descanso.

- Sabe a óxido y pis de mono a partes iguales - le dijo a Espo que se echó a reír.

- No tengo ni idea de cómo sabe el pis de mono tío, pero míralo de otro modo, es gratis.

- Ya pero no porque sea gratis tienes que causarte una úlcera de estómago. ¿Kate toma café aquí?

- Kate... - dijo Espo entrecerrando los ojos por la familiaridad que se tomaba con su jefa.

- Es por llevarle uno... - dijo el escritor extrañado tirando el suyo por el desagüe del fregadero.

- Beckett - respondió Espo remarcando el nombre - no suele tomar café aquí, cuando puede se escapa para comprar uno en la cafetería de la calle de enfrente.

- Inteligente por su parte.

- ¿Qué pasa? No está tan malo. Es café de polis...

- Ya...

- No es apto para señoritas, tío - le dijo riendo mientras bebía un sorbo.

Richard se giró y salió por la puerta.

- Ahora vuelvo - le dijo a Espo que siguió con su café mientras le veía salir de la sala.

Espo terminó su taza y volvió junto a sus compañeros.

- ¿Y Castle? - preguntó Kate.

- Ha dicho que ahora volvía.

- ¿Le ha gustado nuestro estupendo café? - preguntó con sorna Ryan.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora