Capítulo 20

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Kate dio un paso hacia su habitación sin soltar la mano de Richard del todo, sino haciéndolo poco a poco dejando que ambos sintiesen la suavidad de sus dedos rozándose. Bajó su mirada, se dio media vuelta y continuó andando estirando el brazo, al igual que él, hasta que la distancia les hizo soltarse por completo.

Él se quedó inmóvil mirando de lado como se alejaba y comprobando como cerraba la puerta de su habitación. Suspiró cerrando los ojos por un instante y entró en la habitación de Robby acercándose para acariciarle suavemente el pelo.

Kate entró en su habitación y apoyó su espalda en la puerta, cerrando los ojos. ¿Qué era lo que acababa de pasar entre ambos? Había pasado un par de horas pensando como decirle lo más enfadada posible que buscaría otro apartamento y en vez de eso acabó besándole. ¡Y que beso!

Richard salió de la habitación de Robby y miró de reojo la puerta de Kate, diciéndose a si mismo que debería acercarse y llamar. "Querido, te gusta de verdad... No lo estropees con esa chica" La voz de su madre resonó en su cabeza y decidió que era mejor hacerla caso, bajar a su despacho e intentar escribir.

Kate se desnudó y entró en la ducha sin poder dejar de pensar en él. Atractivo, famoso, rico, inteligente, caballeroso, atento, cariñoso, un encanto... ¿Tenía algo malo? Iba a costarle horrores no sucumbir a él y a ese despliegue de virtudes. Se enjabonó el cuerpo pensando en como sería la sensación de sentir sus manos acariciándola todo el cuerpo.

Richard se sentó frente a su portátil, abrió el documento de su novela y releyó los últimos párrafos para saber por donde se había quedado. Intentó escribir una frase y la borró. Realmente no le apetecía nada seguir con esa novela. Sin embargo abrió un documento en blanco y comenzó a escribir como un poseso. Era una idea descabellada y loca, pero realmente le apetecía escribir sobre un personaje nuevo, una mujer policía del departamento de homicidios de Nueva York.

Kate se metió en la cama tras extender la crema hidratante por todo su cuerpo y dar un último vistazo a Robby, dejando su puerta abierta por si el niño lloraba. Aquel día había hecho mucho esfuerzo colocando muebles y estaba realmente cansada. Volvió a pensar en Richard y en el beso que acababan de darse y poco a poco, soñando con ese abrazo mientras estrechaba la almohada contra su cuerpo, se fue quedando dormida.

Cuando Richard miró su reloj, eran casi las tres de la mañana, en ese momento se dio cuenta que había estado escribiendo sin parar por cinco horas. No recordaba haber tenido tanta inspiración desde hacía años. Sonrío y cerró el portátil. Decidió subir a ver a Robby y arroparle en el caso que el pequeño se hubiese destapado.

Al subir al piso superior, vio la puerta de Kate abierta. Dudó unos segundos en la puerta de Robby, pero finalmente la curiosidad de observarla dormir fue mayor y con sumo cuidado y la experiencia de años andando por ese pasillo sin despertar a Alexis, evitó pisar las tablas que crujían y se plantó en la puerta de la habitación de Kate.

Oyó su respiración suave, lenta y acompasada. Adivinó su silueta sobre la cama. ¿Y si se acercaba para verla mejor? Lentamente comenzó a andar hasta ella. Estaba tapada de cintura para abajo, agarrada a la almohada y con las piernas entrelazadas entre las sábanas. Su cara se veía relajada, su pelo se recortaba sobre el blanco de la almohada. Se permitió, después de dudar durante un buen rato, el lujo de colocar un mechón que tenía sobre la frente y apartarlo hacía detrás, despejando por completo su rostro. Lentamente se inclinó sobre ella y con toda la suavidad de la que pudo hacer acopio, besó delicadamente su mejilla.

Kate se removió despacio, cambiando de posición y soltando un pequeño gemido al hacerlo.

Richard se asustó pensando que iba a despertarse y verle allí. Se quedó totalmente inmóvil, entrecerrando los ojos esperando a que ella gritase al verle si abría los ojos. Pero ella no se despertó. Él decidió no seguir tentando su suerte y salió con cuidado de la habitación, asomándose para ver a Alexis, a la que arropó hasta la nariz besándola sobre la frente y entró en la habitación de Robby.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora