Capítulo 31

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A Kate esa declaración le había pillado por sorpresa. Estaba completamente asombrada. Tanto que no supo que decirle. No estaba segura de sentir lo mismo por él, no todavía, aunque no lo descartaba en absoluto. Aún era demasiado pronto para saber si lo que sentía era porque se estaba enamorando o simplemente porque el escritor la atraía desde que le vio por primera vez en las portadas de sus libros y tener la oportunidad de conocerle más a fondo le estaba mostrando lo maravilloso que era él.

Se dio cuenta que si no decía nada heriría sus sentimientos, pero si decía algo, fuese lo que fuese, no sería completamente fiel a los suyos. Por tanto, decidió no hablar. Pero si actuar.

Le sonrió y le besó suavemente en los labios, en la mejilla y se acurrucó en el hueco de su cuello, rozándole la piel con su nariz, dejando lentos y cortos besos mientras se apretaba más contra él, realmente se sentía muy bien entre sus brazos.

Richard sonrió sabiendo que ella no podía verle, ocupada en acariciarle. Estaba claro que había hecho una confesión demasiado rápida y no esperaba que ella le contestase que sentía lo mismo, pero la forma en la que ella hundía la cara en su cuello le indicaba con simplicidad que ella no tenía ninguna intención de huir de él.

- Kate - dijo removiéndose después de un instante - si sigues besándome así...

La detective se separó de su cuello mirándole con los ojos muy abiertos.

- No soy de piedra - aseguró él sonriendo.

Kate le devolvió la sonrisa y volvió a hundir la cara en su cuello, besándole más detenidamente y mordisqueándole con cuidado.

- ¡Kate!

- Lo siento - dijo riendo y separándose de él.

- Si me provocas, vas a encontrarme - dijo mirándola y sujetándola con una mano por la nuca acercándola de nuevo a él para volver a besarla.

La detective correspondió al beso dejándose llevar por él. Sabía que si continuaban besándose de esa forma, las cosas no acabarían con un simple "buenas noches", pero se sentía estupendamente sentada sobre su regazo, oliendo su perfume, notando la presión de sus brazos alrededor de ella y el maravilloso sabor de su boca.

Cuando Richard dejó su boca y comenzó a besar su cuello, Kate decidió que era el momento de tomar el control y parar aquello. El hecho de sentir la prominente erección del escritor contra su cadera ayudó a que le empujase suavemente para separarle de ella.

- Richard...

Él se separó, pero se movió inclinándose y empujándola con su peso hasta que la espalda de Kate quedó sobre el sofá y él sobre ella.

- ¿Qué? - preguntó besando repetidamente sus mejillas

- Martha y los niños están arriba... - intentó excusarse ella.

- La puerta de mi habitación tiene cerrojo - dijo mirándola y sonriendo - pero sólo llegaremos hasta donde tú quieras llegar...

Richard se separó ligeramente, apoyando el peso de su cuerpo sobre una de sus manos.

- Yo quiero llegar hasta mi habitación - comenzó a decirle ella incorporándose y dándole un suave beso - y quiero que tu vayas a tú despacho a escribir.

- ¿No prefieres compartirla conmigo?

- Creo que me dejaste muy claro que no ibas a permitir que metiese a ningún hombre en mi habitación y aseguraste que ninguna mujer entraba en la tuya.

Richard sonrió y se llevó la mano al corazón.

- Touché, detective.

Ella lanzó una pequeña risita de triunfo.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora