Capítulo 23

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Kate se despertó. Era viernes. La semana había pasado de un modo apacible, conviviendo con la familia Castle. Tampoco es que se hubiesen visto demasiado, pues ella había tenido un caso que le había ocupado hasta la tarde del jueves y había llegado bastante tarde cada día. Apenas había podido dar el biberón un par de noches a Robby y conformarse con verle dormir.

Richard había sido bastante amable con ella, dejándole cena preparada y preguntándole cada día si estaba menos enfadada. Incluso se había levantado temprano y había hecho café antes de que ella saliese de la ducha. Ella siempre le había contestado que no, que seguía enfadada, aunque en el fondo estaba dándose cuenta que le hubiese resultado imposible cuidar de Robby ella sola y su enfado si había disminuido. Pero no quería dar su brazo a torcer. Tener a Richard, a su madre y a Alexis ocupándose en equipo del niño era realmente lo mejor que le podía haber pasado.

Kate esperaba poder poco a poco, ir acostumbrándose a la idea de tener a Robby e disminuyendo sus horas de trabajo en comisaría para así llegar antes y disfrutar un poco más del pequeño, poder bañarle y darle la cena.

Con esos pensamientos en mente, se puso su ropa deportiva y salió a correr. Mientras recorría a toda velocidad las calles de su nuevo barrio, no podía dejar de pensar en el fin de semana que se avecinaba. Si todo salía bien, podría salir del trabajo sobre las cinco de la tarde y no tendría que volver hasta el lunes.

Entro en el loft intentando como cada mañana no hacer ruido y subió a su habitación pasando primero por la habitación de Robby, acercándose al niño y acariciándole suavemente. Se metió en la ducha mirando el reloj, tendría que darse prisa.

Bajó rápidamente por las escaleras y sonrió al notar el olor a café. Como cada mañana desde el martes, Richard se levantaba, preparaba café y se lo dejaba sobre la encimera junto a un croisant y una nota deseándole un buen día.

Kate se acercó hasta la encimera y comenzó a comerse el dulce. No tenía ni idea de cómo se las apañaba él, pero el café tenía la temperatura justa para poder beberlo, ni estaba demasiado caliente ni demasiado frío. Además tenía el sabor que a ella le gustaba, con un poco de vainilla y un par de nubes de leche desnatada. Estaba claro que Richard se fijaba en sus gustos.

Pensó que debería empezar a ser más amable con él. Comportarse fríamente con Richard no iba a cambiar nada. El juez había dictado una sentencia firme y él no tenía ninguna culpa.

Cuando se disponía a salir de la casa, cerró la puerta y se dio la vuelta andando vacilante, sin tenerlo muy claro, hasta la habitación de él. Se asomó por la puerta entreabierta y divisó su figura tumbada en la cama y de espaldas a ella. La escasa luz que entraba por la ventana era suficiente para iluminarlo todo.

- Richard - llamó con suavidad.

Él no contestó y Kate arrugó los labios y dio marcha atrás, saliendo finalmente de la casa.

Richard oyó la puerta de su casa y se permitió soltar el aire que había estado conteniendo. Se lamentaba de no haberse dado la vuelta y preguntarle si quería algo, pero su curiosidad le había llevado a hacerse el dormido, esperando que ella se acercase a él, cosa que Kate no hizo.

¿Qué era lo que ella querría decirle? Ahora se quedaría con la curiosidad de saberlo. Pensando en lo que podría hacer para conseguir que a ella se le pasase el enfado durante el fin de semana, se quedó completamente dormido.

Kate llegó a comisaría y se sentó en su silla dispuesta a dejar terminado lo antes posible los informes del último caso. Kevin y Espo entraron juntos y la saludaron, sentándose en sus sillas. Ella les miró, adivinando que estaban tan cansados como ella. La semana había sido larga.

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