Capítulo 48

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Richard abrió la puerta del loft y se hizo a un lado dejando que ella pasase primero. Kate sonrió a Martha que en ese momento se dirigía hacia ellos con su bolso entre las manos. Intentó soltarse de la mano del escritor, que desde que había vuelto a su lado tras hablar con Josh, había entrelazado sus dedos con los de ella sin dejar que lo hiciese, pero una vez más, el escritor la apretó con fuerza, impidiendo que ella le soltase.

- ¿Qué tal ha ido todo?

- Gina se ha salido con la suya - contestó Kate.

- No ha sido para tanto - corrigió él.

- Lo imaginaba - aseguró la mujer mirando a su hijo - pero no pareces muy contrariado.

- Se ha llevado un buen pellizco de mi dinero, pero nada más de lo que le correspondía por ley. Y además lo recuperaré con mi próxima novela - aseguró - y posiblemente cambie de editorial y no conseguirá nada más de mi.

- Te recuerdo que aún no has terminado la que llevas escribiendo meses...

- ¿Quién te ha dicho eso madre?

- No hace falta que me lo diga nadie, si la hubieses terminado estaría entregada.

- No quería entregarla, tengo una estrategia.

- Y yo una comida con amigas - dijo Martha - os dejo solos...

- ¿Puedes ir a por Robby? - preguntó Richard girándose hacía su madre que salía por la puerta.

- Imposible Richard... - dijo perdiéndose por el pasillo de la escalera.

- Está bien, diviértete - dijo Richard mientras cerraba la puerta.

- ¡Vendré tarde! - la oyó decir detrás de la puerta.

Kate le miró con media sonrisa.

- ¿Mandar a tu madre a por Robby?

- Bueno... - dijo pegándose a ella - Hemos dicho que íbamos a relajarnos...

- ¿Quieres ir a ese SPA? - preguntó Kate dejándose besar.

- Sí... - contestó el escritor en su boca.

Kate se separó y miró su reloj.

- No nos dará tiempo... ¿Está muy lejos?

- Aquí mismo...

Richard sonrió y arrastró de camino a su habitación.

- ¿El jacuzzi? - preguntó ella riendo.

- Y sin nadie en casa.

- ¡Date prisa! - dijo ella tirando fuerte de la mano del escritor entrando al baño.

De repente el baño se convirtió en una batalla campal donde la ropa que llevaban volaba literalmente por el aire mientras se oía el agua cayendo en el jacuzzi.

- ¡Rick! - le regañó.

- Has dicho que me diese prisa... - contestó él después de romper la tela de su tanga con los dedos.

- Pero no que lo rompieses... Empieza a ser una costumbre... - dijo ella tirando de la goma de sus bóxer hacia abajo haciendo que cayesen al suelo.

- ¿Aún no te has dado cuenta que me encanta que estrenes ropa interior?

Kate comenzó a reír abrazándole. Él aprovechó para mover su cadera contra ella pegando con fuerza su erección al abdomen de la detective. Ella respondió a ese asalto cruzando los brazos alrededor del cuello del escritor que utilizó la cercanía para atrapar sus labios.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora