Capítulo 38

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El escritor, sin ningún tipo de delicadeza, paso por encima del cuerpo de ella, despertándola mientras se ponía en pie.

- ¿Qué ocurre? - dijo somnolienta ella.

Richard no contestó, buscó su bóxer y se lo puso de inmediato, yendo a toda prisa hacia su habitación.

- ¿Rick? - llamó Kate sin elevar demasiado la voz para no despertar al pequeño que se removió inquieto.

Kate se levantó, cogió la camiseta del escritor y se la puso, siguiéndole hasta la habitación.

- ¿Qué pasa? - preguntó con los ojos muy abiertos cuando vio como él comenzaba a vestirse.

- ¿Te atreves a preguntarme que qué pasa? - contestó él de muy malas formas.

Kate se quedó helada sin entender absolutamente nada.

- Deberías mirar tu móvil - le dijo mirándola fijamente.

Kate intuyó que algo había pasado con Alexis y volvió de inmediato a la sala cogiendo su móvil y leyendo el mensaje de la chica. Kate no lo pensó dos veces y marcó su número mientras se alejaba hacia la puerta para no molestar a Robby e impedir que Richard saliese.

- ¿Alexis?

- Lo siento Kate, lo siento mucho. Me lo advertiste.

- ¿Qué ocurre?

- Vinieron unos amigos de unos compañeros de clase y trajeron bebida y ahora no quieren marcharse...

- Se irán en seguida. Ve a la puerta y ábrela cuando llamen. Luego te llamo.

Kate colgó y volvió a marcar otro número.

- Ryan.

- Hola Ryan. Tenéis que entrar.

- ¿Qué ha pasado?

- Adolescentes borrachos que no quieren irse.

- No te preocupes. Ahora te llamo.

Ryan despertó a su compañero con un codazo.

- Vamos tío, hay que entrar.

A petición de Kate, ambos habían pasado su noche de guardia frente a la casa de la amiga de Alexis.

Richard salió de la habitación con las llaves del coche en la mano y la furia reflejada en su cara.

- Rick, escúchame...

- ¿No me lo digas? Ibas a contármelo...

- No.

- Al menos eres sincera. Quítate de la puerta, mi hija está en apuros gracias a ti.

- No Rick.

Richard la agarró del brazo intentando separarla de la puerta y sin tener en cuenta que estaba tratando con alguien que se tomaba muy en serio su entrenamiento en autodefensa como policía y que de un rápido giro agarró a su vez el antebrazo de Richard, haciéndole una llave y empotrándole contra la pared.

- Vas a escucharme.

- No me interesa - dijo gesticulando e intentando separar su cara de la pared.

- Lo siento mucho, siento no habértelo contado, pero no me correspondía a mí decírtelo, eso tendrías que hablarlo con Alexis...

- Me has decepcionado...

- ¿Yo? Estupendo... Ya te he dicho que lo siento...

- Tiene catorce años, por el amor de Dios... ¿Cómo se te ocurre dejar que fuese a una fiesta sabiendo que me estaba mintiendo?

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora