Capítulo 34 (M+18)

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Kate se incorporó mirándole con seriedad.

- ¿Cómo que te toca a ti? - preguntó contrariada señalando con el dedo su tripa y haciendo un círculo - ¿Es que tú no...?

- ¡Oh! ¡Sí! ¡Claro que sí! - rectificó deprisa - Pero necesito... - dijo haciendo un gesto ladeando la cabeza y apretando los labios - Quiero darte más...

- ¿En serio? - preguntó ella riendo - No necesito ninguna demostración de hombría.

- No es eso... - negó con la cabeza - No es una cuestión de ego masculino. No necesito demostrarte nada sobre mi masculinidad. Eso creo que ya... No es por eso ¿Vale?

Kate apretó los labios asintiendo y volvió a tumbarse sobre su pecho acurrucándose en su calor sabiendo que iba a quedarse irremediablemente dormida cautivada por las sensaciones que estaba percibiendo.

Un rato después Richard se movió para levantarse y ella, medio dormida sobre él, protestó.

- No te duermas - volvió a repetirle como había hecho media hora antes - Por favor.

- Estoy cansada - dijo con los ojos cerrados - he trabajado hoy ¿Recuerdas?

Richard se incorporó y se sentó en el borde de la cama. Ella abrió los ojos mirándole la espalda, surcada por marcas de los pellizcos que ella le había dado un rato antes. Bajó la mirada dándose cuenta que él no se había llegado a quitar los bóxer y sonrió pensando que aún le quedaba por descubrir su trasero, si era tan firme y trabajado como el resto de su cuerpo, iba a morirse cuando lo pellizcase, ¿O sería mejor un mordisco?

- ¿Sonríes por algo en especial? - preguntó él mirándola por encima del hombro

- ¿Cuántas corbatas te probaste antes de elegir esa? - dijo señalándole el cuello donde aún tenía la prenda.

- Creo que todas las que tengo - dijo medio girándose para mirarla.

- Pues... - estiró su mano para tirar levemente de la corbata - Creo que hiciste una buena elección.

Richard sonrió inclinándose y besándola suavemente.

- Ahora vuelvo - dijo levantándose.

Kate le siguió con la mirada mientras él desaparecía por la puerta y sonrió mirando al techo. El encuentro entre ambos había sido... Simplemente perfecto y volvió a sentir un cosquilleo dentro de su estómago. Sus ojos volaron hasta la cómoda y el gran ramo de rosas.

Richard entró en la habitación con la bandeja de bombones en una mano y la botella de champagne y una copa en la otra. Ella se incorporó, sentándose y sujetando el edredón sobre su pecho, intentando escabullirse de la mirada del escritor.

- ¿Cuántas rosas hay? - preguntó siendo incapaz de contarlas todas.

- Veintisiete.

- ¿Una por cada día...? - Él asintió.

- Tengo hambre - aseguró sentándose frente a ella y ofreciéndole la copa.

- ¿Y la vas a combatir con bombones?

- El chocolate es energético - aseguró dejando la bandeja entre ambos y llenando la copa.

Dejó la botella en el suelo y mordió una de las trufas.

- Mmm... - dijo mirando el dulce - Está muy buena...

- A ver... - Kate se acercó a su mano y se metió el resto de la trufa en la boca rozándole con los labios deliberadamente los dedos.

- ¡Eh! - protestó él - Era mía...

- Deberías haber estado más atento... - dijo tomando un sorbo de la copa.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora