Capítulo 26

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Kate le miró con la boca abierta a punto de protestar.

- No lo niegues cariño... - se adelantó para callarla- Ni se imagina la cantidad de flores que tuve que enviarle para que aceptase cenar conmigo - dijo Castle a la mujer.

- Pues no entiendo como le puso resistencia - contestó ella con media risita - sinceramente yo no habría podido hacerlo.

- Ya - dijo Kate casi en un susurro molesta - yo tampoco...

- Y lo peor de todo es que Robby ha salido tan cabezota como su madre - dijo Richard.

- Vaya... Veo que tiene genes de los dos - dijo riendo.

La mujer les dio un impreso para que los rellenasen y salió del despacho disculpándose para atender un pequeño asunto.

- ¿Pero como se te ha ocurrido decir eso?

- ¿Y que más da?

- No somos sus padres.

- A ellos no les importa.

- Pensarán que quiero beneficiarme del acuerdo con el departamento y no puedo hacerlo hasta que la adopción sea legal.

- Pues no nos beneficiaremos. Pero no pienso consentir que se rían de él porque no tiene padre.

- ¡Por el amor de Dios Castle! ¡Son bebés! Nadie va a reírse de él.

- Ni te imaginas lo crueles que pueden ser los niños - dijo levantando una de sus cejas y poniendo cara de seriedad.

- ¿Sí? ¿Qué harán? ¿Tirarle del chupete y morderle sus peluches?

- Yo ya he pasado por eso y él no va a hacerlo.

Kate iba a contestarle pero un ruido en la puerta hizo que desistiera.

- ¿Tienen ya el impreso? - preguntó la mujer volviendo al despacho.

- Sí - contestó Kate entregándoselo.

Revisó los datos que habían rellenado.

- Robert Castle, Richard Castle, Katherine Beckett- dijo - ¿Conserva su apellido de soltera?

- No estamos casados - contestó Kate mirando a Richard molesta porque él hubiese puesto su apellido a Robert.

- De momento - puntualizó él con su mejor sonrisa - y convencerla supongo que me costará media floristería - dijo a la mujer que le sonrió con complicidad.

- No ha rellenado la parte correspondiente a sus datos como policía - apuntó la mujer a Kate.

- No queremos tener trato especial por eso - se adelantó Richard - ¿Es algún problema?

- No - dijo la mujer extrañada - pero no es lo habitual.

- Créame, nosotros no somos muy convencionales - contestó él sonriendo a Kate.

- Entiendo. En ese caso y como nos haremos cargo de pañales y comida, serán 500 dólares mensuales. El horario habitual es de siete de la mañana a cinco de la tarde y podrán ampliarlo siempre que su trabajo se lo requiera, cada hora extra serán seis dólares y las cobraremos al final del mes. Funcionamos las veinticuatro horas del día, si sus turnos requieren que no se ajuste al horario habitual, necesitaremos un informe de su comisaría y adaptaremos el horario al que necesite.

- Bien - dijo Richard metiendo la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacando un pequeño fajo de billetes sujetos por una pinza.

Kate le miró y él la ignoró contando los billetes y dejando sobre la mesa los quinientos dólares que la responsable había dicho.

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora