Capítulo 57

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La habitación estaba en penumbra. Varias velas casi a punto de consumirse proyectaban su tenue luz danzante sobre las paredes de la habitación. Roce de sábanas, suaves crujidos de labios besándose, fricción de pieles y finalmente, casi ahogados gemidos.

- Te amo - confesó la detective dejándose caer junto a él.

- ¿Segura señora Castle?

- ¿Quieres otra demostración? - preguntó ella apoyándose sobre su codo para mirarle.

- Cariño... No me importa en absoluto que me lo demuestres millones de veces, pero...

Kate levantó una ceja mirándole divertida.

- Tendrás que dejar que descanse un poco... Tengo una edad y desde que hemos llegado...

La detective se echó a reír. Le besó en la mejilla y volvió a acomodarse junto a él.

- ¿Qué tal si dormimos? - dijo suspirando sobre su pecho.

- Yo también te amo...

Richard la besó sobre la cabeza y ella se acurrucó más a su cuerpo.

Minutos después ambos dormían profundamente.

Su madre se lo decía constantemente. Richard era una persona que jamás podía evitar hacer lo que le apetecía. Y como una madre era una madre, Martha no se equivocaba en esto.

Desde la puerta del baño, podía ver la cama deshecha y a su mujer tumbada boca abajo, completamente desnuda, tan sólo tapada levemente por un trozo de sábana que dejaba toda su espalda y la mayor parte de sus piernas al aire.

En ese momento volvió a las palabras de su madre: "siempre haces lo que te apetece" y en ese momento lo que más le apetecía al escritor era acariciar la espalda de su recién estrenada mujer. Tenía que hacerlo. Aunque no quería despertarla. Había sido una larga noche después de un día estresante. Por el ruido de su estómago supuso que había pasado mucho desde la hora del desayuno.

El escritor volvió a la cama y se tumbó despacio intentando no despertarla. Se dedicó a observarla. Sus grandes bucles desparramados por la almohada y cuello. El leve movimiento de su cuerpo al respirar. Su cara de paz al dormir y esa dulce sonrisa... Era simplemente perfecta. Tenía que haber hecho caso a Susan años atrás, cuando le pidió que dedicase esos libros y le sugirió una cena los cuatro... Pero él entonces estaba más pendiente de agradar a Gina que a una fan amiga del novio de su representante... Se imaginó a la típica policía bajita y regordeta de pelo corto y ademanes demasiado masculinos, totalmente enloquecida por sus libros y se negó a conocerla...

Pero no podía lamentarse ahora. Tal vez aquel no era su momento. Tal vez los dos llegaron a sus vidas en el momento adecuado... Pese a que la causa de que ahora estuviesen casados fuese tan triste como la muerte de sus amigos.

Se inclinó despacio besando con cuidado la base de su cuello. Ella no se movió. Dormía profundamente. No pudo resistirlo y acarició con las yemas de los dedos la piel de su espalda. Kate se movió ligeramente y él volvió a besarla, ésta vez en el centro de la espalda. Decidió que debía dejarla en paz y se acomodó de lado junto a ella, muy pegado a su cuerpo.

- ¿Qué hora será? - murmuró ella

Richard sonrío posando su mano completamente abierta sobre la espalda de la detective.

- Dijimos que nada de relojes...

Kate se giró para mirarle.

- Lo sé... - admitió - Pero tengo hambre - confesó bajando la voz.

Richard aprovechó tenerla frente a él para besar sus labios.

- ¿Qué te apetece comer? ¿Pido algo?

La sentenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora