"Capítulo 5"

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Sonó el despertador. Me moví en la cama, pero me estaban agarrando de la cintura. Sonreí al pensar que soy la novia de Carrasco. También recordé que teníamos que ir a su entrenamiento. Me levanté de la cama sigilosamente y di la vuelta por toda la cama hasta quedar enfrente de Carrasco.

Le cogí la cara y le besé. Tardó varios minutos en responder, y cuando lo hizo, me separé sonriendo.

—Buenos días mi amor —dije.

—Me encantaría despertarme así todos los días —sonrió. 

Me rasqué los ojos y me estiré.

—Tienes que ir a entrenar. Te prepararé el desayuno —me acerqué y le besé cortamente.

—Te ayudo —susurró levantándose de la cama. 

Andamos hasta la cocina e hicimos café y tostadas. Empezamos a desayunar, y cuando acabamos limpiamos todo. Y para ese entonces, eran las ocho y media.

—Tenemos media hora para vestirnos e irnos —dijo subiendo las escaleras. 

Quince minutos después, ya estábamos vestidos y peinados. Él iba con una camisa roja y unos pantalones azules y yo con un crop top negro de manga larga, short azul y deportivas. Estábamos en la habitación. Cogí mi móvil y dinero. 

—¿Vamos? —dijo mirándome.

Asentí y cogió una bolsa de deporte, y salimos de la casa. Nos montamos en el coche y tardamos como doce minutos en llegar al Calderón. Andamos hasta dentro y bajamos a los vestuarios. 

—Espera aquí —dijo sonriendo.

Asentí y entró en los vestuarios. Esperé como diez minutos y todos salieron con la equipación del Atleti. Torres, según me vio, me abrazó. 

—Estábamos muy preocupados por ti —susurró separándose.

—Pues como ves, estoy perfectamente —dije sonriendo.

—¿Y la violación?

—No me lo recuerdes —suspiré bajando la mirada. 

Asintió y se fue. Carrasco se me acercó.

—¿Estás bien? —preguntó en un susurro.

Asentí y le miré. 

—Estoy perfectamente —susurré. 

Puso sus manos sobre mi cintura.

—Todo estará bien —susurró. 

Sonreí.

—Ve a entrenar —dije.

Cogió mi mano y pasamos el pasillo y subimos unas escaleras hasta llegar al campo. Era verde, y estaba medio vacío. Y digo que estaba vacío, porque en una parte de las gradas, las más cercanas, había personas. Cuando me vieron, se sorprendieron. 

Me senté en el banquillo y los jugadores comenzaron el calentamiento. Por supuesto, Simeone estaba ahí junto con el cuerpo técnico. Simeone se me acercó.

—Buenos días —dijo sonriendo.

Siempre llevaba traje. 

—Hola —sonreí.

—¿Qué tal estás? Lo vi todo desde la televisión.

—Estoy perfectamente.

—Me alegro, ¿me puedes hacer un favor? —preguntó.

—Claro.

—Quiero que vengas mañana al partido, para fotografiar, si puedes claro.

—Por supuesto que vendré —acepté alegre—. Miraré por Internet cuando es el partido.

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora