Ya son las siete y me dispuse a cerrar, así me da tiempo a grabar el vídeo con Carrasco. Durante todo el tiempo, imprimí las fotos del niño y las fotos para mañana. Era del mismo formato que las del niño. Para el DNI las medidas eran 32x26 mm. Dejé las fotos guardadas en el pequeño almacén que tenía y tenía allí la chaqueta del otro día. La cogí y salí.
—¿Nos vamos? —preguntó.
—Sí, tenemos que grabar el vídeo ¿no?
—Sí.
Carrasco me dio el ordenador y lo guardé en su funda. Caminé hasta mi estudio y guardé la cámara y el trípode en la mochila. Cogí mi bolso y me lo colgué al hombro.
—Te ayudo —dijo Carrasco cogiendo la mochila donde tenía el ordenador.
Asentí y cogí la cámara de vlogs.
—Ya he terminado mi trabajo, como habéis visto no hemos hecho nada —dije haciendo una mueca.
Salimos de la tienda y cerré la puerta y la verja.
—El coche está por ahí —señaló la derecha.
Asentí y comenzamos a caminar hasta que llegamos al Congreso de los Diputados. Seguimos caminando hasta llegar hasta su coche. Nos montamos en él y dejamos las cosas en los asientos de atrás. Comencé a grabar la calle.
—¿Qué te pasa? —me preguntó.
—No me pasa nada —respondí frunciendo el ceño.
—Te pasa algo —afirmó.
—No me pasa nada.
—¿Es por tu tía? —me quedé en silencio.
—Sí, leí la carta. ¿Por qué la tenías? —pregunté mirándole.
—Ella me la dio. Fue al entrenamiento y me dijo que te la diera, y eso hice.
Asentí comprendiendo todo. Suspiré y miré la cámara. Cogió mi mano y la apretó. Entrelacé nuestros dedos y besé su mano.
—Te quiero —susurré mirándole.
—Yo más —sonrió.
Sonreí al pensar lo que me dijo en la noche anterior. Condujo en silencio hasta casa. Nos pilló atasco por el Retiro a pesar de ser las siete de la tarde. Aparcó delante de casa.
Subimos con todas las cosas. Entramos a casa y subimos arriba. Entré en mi habitación y dejé las mochilas en la cama. Carrasco entró y me abrazó.
—Ahora que me acuerdo te tengo que decir una cosa —dije dándome la vuelta.
—¿El qué? —frunció el ceño.
—Pero eso te lo diré en otro momento —sonreí.
Comenzó a molestarme para que se lo dijera, pero no se lo iba a decir.
—¿Dónde hacemos el vídeo? —le pregunté.
No me hizo caso y siguió con tocándome el brazo mientras decía: "Dímelo, dímelo", y así repetidas veces.
—Lo podemos hacer abajo —seguí hablando y él ignorándome.
Se rindió y suspiró.
—Bien, me lo dices más tarde —susurró.
Sonreí divertida.
—Pero luego me lo dices —me besó le mejilla.
—Vale.
Saqué el trípode y la cámara con la que iba a grabar y bajamos abajo.
—¿Y cómo cogemos las cosas? —preguntó.
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Amor por el fútbol 〈Yannick Carrasco〉
Fiksi PenggemarSilvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar. Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol. Por...