Llegué a mi casa un poco cansada, pero muy feliz porque conocí a mis ídolos. Mi apartamento, ni era muy grande ni muy pequeño, era normal. Tenía dos habitaciones, un baño, una cocina y un salón. Ah, y también mi estudio. Ahí guardo todo de mi tienda. Las cámaras, las foto en negativo...
A la izquierda, estaba la cocina. Estaba con sus cosas básicas. A la derecha, el salón. Luego enfrente, estaban las cuatro puertas. Mi habitación, la otra habitación, el baño y el estudio, respectivamente.
Claramente, había muebles, como armarios en la cocina. Una estantería pegada a la pared en el salón, donde guardaba fotos de mi familia. A mi lado, tenía un mueble, donde dejé las llaves. Caminé a mi habitación. Las paredes eran moradas, el suelo parqué. Enfrente, estaba la cama. A la derecha, el armario. Era alto y alargado. Lo abrí y saqué una camisón para poder dormir.
Me desvestí y me lo puse. Salí de la habitación, y entré al baño. Me desmaquillé, y volví a entrar en mi habitación.
Me tumbé en la cama y me dormí.
***
Hola amigos míos, hasta aquí el capítulo. No tengo buena imaginación.
¡Qué no! Era una pequeña broma. Seguir leyendo:
*****
Sentí un brazo por mi cintura. Me removí y me di la vuelta. Esa persona, me atrajo más hasta él o ella. Abrí los ojos lentamente y miré hacia esa persona. ¿Qué hacía él aquí? Era jueves, y seguramente él tenía que ir a entrenar.
—Koke —le susurré al oído. Él no se inmutó—. Koke, despierta.
Él se movió y abrió los ojos lentamente. Me miró.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Todos nos quedamos preocupados porque cuando salimos del vestuario tu no estabas. Un contacto me dijo donde vivías y vine. Me colé en la cabina donde se pone el portero, y cogí la segunda llave de tu piso. Lo demás, ya lo sabes —dijo con la voz ronca.
—Luego, hablaremos, pero por ahora, quita tus manos —susurré.
Miré el reloj, y marcaban las ocho y media. Yo abría la tienda a las nueve de la mañana.
—¿Tienes que ir a entrenar? —le pregunté.
—Sí, a las nueve.
—Pues levántate —me levanté de mi cama y me estiré.
Se levantó de la cama y me di cuenta que solo estaba con el bóxer. Miré sus abdominales, y estaban bien formados. Me mordí el labio y el calor recorrió todo mi cuerpo hasta quedar en mis mejillas. Desvié la mirada, y me dirigí al armario.
—¿Dónde está el baño? —preguntó.
—Ven, que te lo enseño —dije sonriendo.
Salimos de la habitación, y caminé hasta el baño. Abrí la puerta.
—Si quieres te puedes cambiar en esta habitación —señalé la habitación de la izquierda.
Asintió y se metió en el baño. Suspiré y volví a mi habitación. Saqué del armario una camiseta que dejaba ver mi hombro derecho y un pantalón corto. La camiseta era de flores, y el pantalón negro. Luego unas zapatillas cómodas.
Salí de la habitación y me dirigí a la cocina. Preparé dos vasos, pero sólo eché café en uno. Koke salió con una toalla enrollada en la cintura. Su pelo goteaba.
—¿Quieres café? —pregunté.
Asintió y se metió en mi habitación. A los minutos, salió vestido con una camiseta y un pantalón. Se me hacía extraño verle así, sin la equipación. Caminó hasta mí y se sentó en la silla que había frente a la isla. Le serví el café y se lo bebió.
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Amor por el fútbol 〈Yannick Carrasco〉
Fiksi PenggemarSilvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar. Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol. Por...