"Capítulo 51" Parte 2

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—¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz!

Abrí mis ojos lentamente y miré a mi alrededor. Estaban todos los de la plantilla y El Cholo.

—¿Que hora es? —pregunté adormilada.

—La una y media —contestó Gabi mirando el reloj.

—¿Qué hacéis aquí?

—Es tu cumpleaños, y decidimos traerte esto —dijo mi novio.

Godín y Filipe tenían una tarta de chocolate con dos velas, cada uno tenia un número: 20.

Sonreí.

—Pide un deseo.

Cerré los ojos y me tomé unos segundos para meditarlo. Cuando lo tuve decidido, soplé las velas.

Aplaudieron y sonreí.

—Chicos, vamos a dejarla sola para que se levante —dijo El Cholo.

Todos asintieron y se fueron despidiendo de mi. El último fue mi novio.

Le besé y sonreí.

—Gracias —dije dándole un beso en la mejilla. Así fue como me despedí con los demás.

—De nada —me besó cortamente, pero sin dejarme aliento.

Se fue y sonreí. Cogí el teléfono de la habitación y pedí un cuchillo al servicio de habitaciones. A los minutos, ya tenía mi cuchillo en manos. Corté un trozo de la tarta y lo comí.

Estaba riquísima. Obviamente, sabía a chocolate, pero no a cualquier chocolate. Era el chocolate de mis galletas favoritas.

Comí otro trozo y miré donde podía guardar la tarta. Mi vista se detuvo en el mini-bar. Lo abrí y tenía botellas de alcohol. De todo tipo. Hice a un lado las botellas y metí la tarta.

Me dirigí al armario y me puse un pantalón vaquero y unas deportivas. Iba afuera, a ver si encontraba algún restaurante para comer. Fui al baño y me lavé la cara y me peiné. Cogí el dinero y me lo puse en el bolsillo, al igual que el móvil.

Salí de la habitación y bajé abajo. Le di la llave a la recepcionista y salí.

Me puse a recorrer las calles, y sin darme cuenta, estaba en un parque. Miré alrededor. Esto estaba lleno de gente. Saqué mi móvil y miré Google Maps. Decía que, efectivamente, estaba en un parque. Miré restaurantes cerca y apareció una hamburguesería.

Caminé hasta allí, tardé 15 minutos. Entré y había muchas personas.

Todas se giraron a verme. ¿Me habían reconocido? Sonreí nerviosa.

—Perdone —dijo alguien con acento italiano.

Me giré y había un chico vestido de ropa negra. Creó que así era el uniforme, porque había más personas vestidas del mismo color.

El chico era alto, ojos color miel y pelo castaño. Era delgado, pero se notaba que estaba haciendo ejercicio.

—¿Quiere una mesa? —preguntó.

—Sí, por favor.

—La única que tenemos es esa —señaló una que estaba contra la pared.

—Vale —me encogí de hombros.

Me llevó hasta ella y me senté.

—Le traigo el menú —susurró.

Asentí. Yo tenía delante el sitio para pagar. El resto era las mesas con las personas, que me estaban mirando todavía.

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora