"Capítulo 39"

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A los veinte minutos, ya tenía la ensalada y el queso fundido. Estaba echando humo, pero tenía una pinta riquísima. Cogí el tenedor y comencé a comer la ensalada. Cogí cada ingrediente que tenía y estaba riquísimo.

Había puesto a grabar la cámara.

Esto está riquísimo. Estoy esperando a ver si se enfría un poco el queso, pero tengo que reconocer que tiene una pinta perfecta —cogí la cámara y enfoqué a los dos platos—. Acabo de probar la ensalada, y de una escala del 1 al 10, siendo el 10 el más alto, le daría un 9. A mí no me apasiona las nueces, pero está muy bueno.

Volví a dejar la cámara donde estaba.

Soplé un poco el queso y cogí un poco con el tenedor.

Me encanta cuando se forma cuando estiras el queso —señalé las tiras esas que se forman cuando estiras el queso. Soplé un poco más y comí. Estaba riquísimo—. Excelente, le pongo un 10 —eché la cabeza para atrás y degusté eso—. Está delicioso.

Cuando se me pasó ese momento, comencé a comer la ensalada y el queso. A los veinte minutos, ya había terminado las dos cosas y me habían traído el bife.

Estaba acompañado con patatas fritas.

Vamos a probar el Bife, seguro que no se pronuncia así. Corregirme en los comentarios, por favor —miré al bife. Tenía una pinta deliciosa. Podría tener de grosor 3 centímetros. Por encima tenía una capa de grasa—. Primero, ver que pinta tiene esto.

Dirigí la cámara al Bife.

Con patatas y todo —sonreí.

Volví a dejar la cámara y corté con el cuchillo el primer trozo. Me lo llevé a la boca y estaba exquisito.

¡Qué exquisito! Si venís a este restaurante, os cogéis el Bife de Chorizo —dije tragando. Sé que es de mala educación comer con la boca llena—. Un infinito a esto.

Comencé a comer con ganas junto con las patatas, que por cierto estaban muy bien. Después de veinticinco minutos, había terminado. Era muchísimo, menos mal que escogí el de 300 gramos. No me quiero imaginar el del 500 gramos.

El mismo camarero que me pidió la comida, se llevó los platos educadamente y los segundos, ya estaba con los panqueques. Me lo puse delante.

—¿Le traigo la cuenta? —preguntó.

—Sí, por favor —sonreí.

Se fue y yo comencé a comer los panqueques.

Esto está rico. Un 10 —sonreí a cámara—. Mirar.

Enseñé los panqueques a cámara.

Tiene ron, así que tiene alcohol —sonreí.

Volví a dejar la cámara y comí el postre. A los minutos, vino el camarero con la factura.

Cogí la factura, y todo era 52, 40 €. No estaba mal, creo que compensa. Todo estaba delicioso. Saqué del bolso 60 € y lo dejé en encima de la factura. A los segundos, ya tenía al camarero con las vueltas. Me dio 7, 6 €. Le dejé 2 € de propina y cogí la cartera. Metí el dinero sobrante y me levanté. Cogí la cámara, salí del establecimiento despidiéndome del maître y le bajé un poco el brillo.

Así mejor. Pues esta ha sido mi experiencia con comida argentina, próximamente mexicana, ecuatoriana y colombiana —sonreí. Caminé que quedaba relativamente y me encontré con Carrasco. Fruncí el ceño—. Mi novio está ahí y no se por qué —puse una mueca de confusión. Me acerqué a él—. ¿Qué haces aquí?

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora