Tras varias horas, muchas a decir verdad, terminé de pintar las tres cosas. No me quedaron como la fotografía, pero estaba bien. Carrasco me miró en todo momento y algunas veces hablaba. Estaba cansada. No podía hacer nada.
Dejé el pincel en la mesa, apartado del ordenador para que no se manchara y suspiré de agotamiento.
—¿Estás bien? —preguntó Carrasco observándome.
—Estoy bien, sólo fatigada por todo esto —musité.
Sonrió.
—¿Y nos vamos? —cuestionó.
—¿Te gusta lo que he pintado? —pregunté.
Miró las tres paredes y se quedó alucinado.
—Está muy bien dibujado —responde sonriendo.
Obviamente no me quedó con las imágenes, pero no sé no me convencía.
—¿En serio que me ha quedado muy bien? —insistí.
—Mira las imágenes y mira tus dibujos —dio la vuelta al ordenador.
Miré las tres imágenes y miré mis dibujos. Vale, lo admito. Habían quedado bien.
El que más me costó hacer fue el de las flores y los ojos de diferentes colores.
—Están perfectos —anunció.
—Perfectos no están pero están bien dibujados —admití.
Esbozó una sonrisa y me miró.
—Ahora vamos a casa —habló.
Suspiré y rodé los ojos divertida.
—Vamos, pero tengo que recoger todo esto —reí un poco.
—Te ayudo —sonrió levemente.
—No, tú espérame en el coche. Ahora voy yo.
—Vale —musitó levantado las manos.
Salió y se fue por la derecha. Yo recogí todo. Salí de la tienda y abrí la puerta de mi portal. La trabé con un cosa que me encontré, al igual que la puerta de mi tienda. No me acuerdo de como se llama eso; nunca he sabido como se llama.
Comencé a transportar toda la pintura desde mi tienda hasta el ascensor de mi portal. Cuando ya trasladé todo; cogí el ordenador y el vaso. Cerré la puerta de la tienda y entré en mi portal. Cerré la puerta de este, y pulsé en el botón de mi casa en el ascensor.
Subí por las escaleras y llegué hasta mi casa. Esperé a que el ascensor estuviera en mi planta y saqué toda la pintura, y la puse junto a mi puerta. Abrí la puerta y guardé toda la pintura en mi estudio. Salí de ahí, y cogí la bolsa donde tenía la cámara y todo eso.
Salí de mi casa y me puse a pensar si me faltaba algo. De repente, pasó por mi cabeza el tatuaje. ¡No me lo he lavado! Grité en mi cabeza. Bajé las escaleras corriendo y salí a la calle. Cerré la verja de mi tienda y miré hacia la derecha.
Caminé todo recto hasta la Carrera de San Jerónimo.
—¡Silvia! —exclamó él.
Giré mi vista hacia la derecha y ahí estaba Carrasco, llamando la atención de todo el mundo. También me di cuenta que estaba atardeciendo, no con la puesta de Sol un poco antes, cuando el Sol estaba bajando. Fruncí el ceño y miré mi reloj; las siete y media. Cuando digo que han pasado muchas horas, digo la verdad.
Caminé hasta Carrasco y me monté en su coche. Nos demoramos en llegar 15 minutos, y tuvimos mucho atasco cuando íbamos por el Paseo del Prado impresionante. Lo importante es que llegamos.
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Amor por el fútbol 〈Yannick Carrasco〉
FanficSilvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar. Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol. Por...