"Capítulo 49" (5/5)

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Silvia's POV

Ha pasado una semana. El día 23, me pasaron a planta. Sólo se lo conté a mi tía. A Carrasco no, a él le quiero dar una sorpresa. Piensa que todavía estoy en la UCI.

Hoy es día 26 de mayo. Faltan dos días para mi cumpleaños y para la final de la Champions. Y son las ocho y media de la mañana. Me dan el desayuno a esta hora.

Tocaron la puerta y entró mi enfermera. Ella tiene mis mismos años. Es rubia, ojos grises y con curvas. Es una enfermera en prácticas.

—Buenos días —dijo sonriendo. Es amable y divertida. Se me olvido decir su nombre. Se llama Rocío—. ¿Cuándo te has despertado?

—Hace media hora —dije acomodándome en la camilla.

Ella se acercó e inclinó mi camilla. Me dejó la bandeja en las piernas. Era un vaso de leche y dos tostadas con mermelada de fresa.

—Bien, entonces tendrás hambre —sonrió.

—Sí. ¿Qué tal con los pacientes? —pregunté mientras comía.

—Algunos más simpático, otros bordes, pero lo importante es que pase la fase de pruebas. ¿Tú se lo has dicho a tu novio?

—No. Le daré una sorpresa.

—Se nota que le quieres. Tus ojos han brillado como dos bolas de disco —rió.

Me sonrojé y ella se levantó.

—Me voy con otros pacientes.

—Adiós.

Sonrió y se fue. Yo terminé de desayunar y dejé la bandeja en la mesa que tengo al lado.

Mi habitación es grande. Mi camilla da a una ventana que da fuera del hospital. A mis lados, tengo una mesa. No tengo móvil porque se lo llevó Carrasco. Sólo tengo televisión y un reloj.

El mando de la tele, lo tengo en la mesa de la izquierda. Lo cogí y encendí la tele.

Había sido asesinado un chico joven en Tres Cantos. Estaba borracho, al igual que su amigo que asesinó.

Después, y después de mucho tiempo, apareció los deportes. Primero, el Real Madrid y después el Atlético de Madrid.

Se iban a Milán un poco tarde. Iban a entrenar poco tiempo. Entre el viaje e ir al hotel donde se hospedaban, tardarían mucho. No sé cuanto hay del aeropuerto de Barajas a Milán, o si había que hacer escala.

Lo tendría que mirar en Google.

*****

Ya son las ocho y media de la noche, y no he hecho gran cosa.

Vino mi tía las cuatro y la tarde y se fue a las seis. Hablamos de muchas cosas. Después de su visita, me aburrí.

Me acomodé en la camilla y me dolió en la muñeca derecha. La miré y tenía la vía del suero. Mi mirada fue por los vendajes. Los tenía en las dos muñecas. Rápidamente mi mirada se volvió cristalina. Cerré los ojos y respiré profundamente.

Podía haber muerto en el cementerio. Pero no lo hice. Una parte de mí, quería que no muriera, pero otra parte sí quería. No he cumplido mi promesa. Ahora mismo quería estar muerta, para saber lo que se siente. Probablemente, aparecería en un mundo nuevo o simplemente caería en la muerte y mi alma quedaría vagando por ahí.

De repente, se abrió la puerta y apareció mi enfermera. Se acercó corriendo a mí.

—¿Qué te pasa? —preguntó cogiéndome de las manos.

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora