Silvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar.
Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol.
Por...
Me incorporé en la camilla y me rasqué los ojos. Después bostecé y sonreí. ¡Por fin me iba! A los pocos minutos, vino Rocío, el doctor y mi tía. Ella venía con una bolsa.
—Buenos días —dijo el doctor sonriendo.
—Hola —sonreí.
—Como ya sabe hoy se va, así que le doy un informe de su estancia. Tiene un diagnóstico, pruebas complementarias realizadas y recomendaciones de tratamiento y cuidados —me dio el informe y lo cogí.
Asentí.
—La enfermera se quedará para que cuando salgas cambie las sábanas, y por favor, váyanse antes de las dos —se fue.
Miré a Rocío y a mi tía sonriendo.
—Primero, te quitaré las vías y los electrodos y te podrás vestir —dijo Rocío acercándose a mí.
—Vale —asentí.
Me quitó la vía de la muñeca y me puso una gasa.
—Levántate y quítate el pijama —me indicó.
Me levanté y me quité el pijama. Le di el pijama, quedando desnuda ya que no tenía ropa interior.
—Ahora te vestirás y podrás irte —dijo sonriendo.
—Vale, gracias por todo.
—No es nada.
Se fue y miré a mi tía.
—Por fin me voy —dije con ilusión.
—Sí. Y mañana es tu cumpleaños.
—Se me había olvidado —reí.
Negó con la cabeza con una sonrisa y me dio una bolsa.
—Aquí tienes ropa.
Cogí la bolsa y me vestí. Era una camiseta blanca de manga corta, una falda color marrón claro o color tierra y por último unas sandalias. Y por supuesto con ropa interior incluida.
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Cuando terminé de ponérmelo, recogí el informe y lo miré. Fui a recomendaciones. Ponía que no tenía que hacer movimientos bruscos en las muñecas, me tenía que limpiar las heridas después de dos días durante una semana.
Cerré el informe y suspiré.
—Nos vamos —dije.
Salimos de la habitación y nos encontramos con Bea y Erika.
—¿Qué hacéis aquí? —pregunté frunciendo el ceño.
—Lo siento por no venir, pero yo tenía que cuidar a Mia, y no podía visitarte con ella —explicó Erika.
Miré a Bea con las cejas alzadas.
—Yo no pude visitarte porque tenía que ayudar a Erika con Mia —dijo ella nerviosa.