Sentí ruidos en la cocina, abrí mis ojos lentamente. Quería dormir más. Miré la hora, la una y media. Un recuerdo fugaz pasó por mi cabeza: cita con el ginecólogo. Pero me paré a pensar. <Ya han pasado más de una hora, ya no tienes que correr, vas esta tarde y ya está> Bien, haré eso.
Me levanté lentamente y bajé las escaleras. Olía a cocido, y yo odiaba el cocido, bueno, odiaba los garbanzos del cocido, al igual que las judías blancas y lentejas.
—No me gusta el cocido —dije mirándole.
Pero no era Carrasco. Era él, era Sergio. Tenía miedo. ¿Y si volvía a violarme? Se giró hacia a mí, con una sonrisa torcida, muy macabra.
—Hola mi amor, ¿cómo has despertado? —preguntó.
—M-muy bien, ¿y tú? —pregunté tartamudeando.
Bien, este es mi plan: me comportaré como si fuera su novia, pero sin llegar a los besos y todo eso.
—Bien, mi amor. Ven a comer conmigo —dijo sonriendo.
Tragué saliva y me senté enfrente de él. Comenzamos a comer tranquilos, y yo aparté los garbanzos.
—Cómete los garbanzos —dijo frío—. ¡Cómete los garbanzos!
Tragué saliva y comí los garbanzos poco a poco. Me entraban arcadas hasta que no pude más y corrí al fregadero, a escupir los garbanzos. Sentí un jalón en mi pelo, que hizo caerme al suelo.
—¿Por qué has escupido los garbanzos? —preguntó con desprecio—. ¡Contesta, maldita sea!
—Tú sa-sabes que no me gustan —susurré.
Suspiró y me levantó agarrándome fuerte del brazo. Oí ruidos en el salón, y miré hacia allí. Estaba mi... Bueno, estaba Carrasco atado de manos y piernas, y con un calcetín en la boca. Le pegué fuertemente a Sergio en la boca y me soltó, que yo lo aproveché para correr hacia Carrasco y quitarle las cosas que tenía.
—Como te vuelva a poner un dedo encima juro que le partiré la cara— susurró mirándome.
Reí y le besé la mejilla. Sentí otro jalón en mi pelo y caí al suelo, golpeándome la cabeza contra este. Sentí como me dolía la cabeza, y todos los latidos se concentraban en la parte de detrás de mi cabeza. Gruñí, y sentí como me levantaban. Sergio me agarró fuertemente del brazo, como la otra vez y me apuntó con una pistola que no tenía ni idea de dónde la había sacado.
—Si te mueves un pelo, ella lo pagará caro— Sergio amenazó a Carrasco.
Carrasco paró y levantó las manos, en señal que no se iba a mover. Sentí como Sergio me abrazaba por la cintura y empezaba a darme besos en el cuello. Era repugnante. Miré a Carrasco con desesperación, no quería que Sergio siguiera dándome besos.
Carrasco dio varios pasos hacia mí, pero Sergio le apuntó con el arma y él tragó saliva. Me dio la vuelta y me quitó la camiseta que llevaba de tirantes. Comenzó a besarme por los pechos.
Tenía un plan, solo espero que salga bien. Fingiré que me gusta todo esto, que en realidad no me gusta.
Me imaginé que el que le besaba en Carrasco. Gemí y mi respiración de aceleró. Pensar en Carrasco me estaba ayudando.
—Gime para mí— susurró Sergio.
Sus besos bajaron por mi vientre. Gemí fuertemente. Los besos de Carrasco pararon, perdón, los besos de Sergio pararon.
Miré hacia el frente y Carrasco estaba pegando a Sergio. Se oyó un disparo.
No, no, no. Esto no puede estar ocurriendo. Sangre salía por mi estómago. Sergio me había disparado. Se oyó otro disparo.
Carrasco se dio la vuelta y me miró alarmante. Respiré a bocanadas porque no me quedaba oxígeno. Carrasco se acercó a mi y se arrodilló.
—Vas a estar bien —susurró acariciando mi mejilla.
Asentí con la cabeza. Cogió el teléfono y seguramente llamó a la ambulancia. Colgó el teléfono a los minutos y volvió a arrodillarse.
—Todo va a estar bien —susurré cerrando los ojos.
—No cierres los ojos, por favor —susurró soltando una lágrima.
La limpie y le besé la mejilla.
—Te quiero
—Y yo Silvia —sonrió.
Cerré los ojos y pronto, me encontré con la oscuridad. Por fin podía ver a mis padres y hermano.
***
¡Hooolaaa! Espero que estéis muy bien. Yo he visitado una ciudad de Madrid, que es Aranjuez. Todo es muy bonito y estoy escribiendo esto mientras que estoy en Aranjuez. A decir verdad, es relajante.
Dejando todo esto a parte: ¡votar y comentar!
¡Hasta luego!
¡Os amo y qué tengáis un buen día, tarde o noche! 😍😍💖💖😘
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Amor por el fútbol 〈Yannick Carrasco〉
Fiksi PenggemarSilvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar. Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol. Por...