"Capítulo 60"

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Bien, estoy preparándome para mi boda. ¡Sí, mi boda! Ya han pasado esos dos meses. Mi barriga está más grande, y la fecha prevista para el parto ya pasó, fue el día 18 de febrero y hoy es 25 de febrero, un sábado. Soleado nuboso, pero no creo que vaya a llover.

Ya tengo mi vestido puesto, maquillada y todo. Mi vestido es de un blanco roto. No me gusta el blanco clásico. El escote es palabra de honor y tiene una cinta negra por debajo de mi busto y un flores en el centro de esa cinta.

El vestido llega hasta el suelo. Me parece precioso.

De complementos llevo ese collar que me regaló Carrasco el día que fuimos como de cita al Vicente Calderón, el anillo de compromiso, una pulsera que hace juego con el vestido, pendientes... De recogido, un recogido elegante.

De zapatos llevaba unas simples zapatillas deportivas blancas

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De zapatos llevaba unas simples zapatillas deportivas blancas. ¿Por qué? Porque eran cómodas.

¿Dónde me estoy preparando? En mi casa donde vivía antes. En Leganés.

—¿Ya estás? —preguntaron.

Me giré hacia la puerta y sonreí.

—Sí, estoy nerviosa. Me están sudando las manos —susurré.

Mi tía se acercó a mí y sonrió. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No llores, sino yo también voy a llorar —dije riendo.

Se quitó las lágrimas y sacudió su cabeza. Mi tía era dama de honor, junto con Erika y Bea. Ellas dos estaban en la iglesia ya. La boda era a la una y media y era la una y cuarto.

—Respira y relájate. Todo va a salir bien —cogió mis manos.

Asentí y cogí el ramo de flores. Era precioso. Llevaba flores de varios colores, rosas, rojas, blancas, amarillas...

—¿Nos vamos? —cuestionó.

Di un suspiro bastante largo y asentí

—Preparada.

Caminamos hasta la calle, donde nos esperaba una limusina. Sonreí y me metí en ella, junto con mi tía. Mis nervios iban aumentando. Mi estómago era un nudo. Necesitaba vomitar, pero no lo iba a hacer. Tras diez o quince minutos de camino, llegamos. Mis nervios llegaron hasta el 100%.

Salimos de la limusina, y allí había un montón de gente. Personas desconocidas todas.

—Me voy adentro —me susurró al oído mi tía.

Asentí y caminé hasta la parte de atrás de la iglesia, que es por donde se entraba. Allí me estaba Koke en traje. Guapísimo. Me acerqué a él y sonreí.

—¡Qué guapa que estás! —dijo sonriendo.

Sonreí y me cogió la mano.

—Quiero que tengas suerte. Que él te cuide, que no sea idiota —reímos.

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora