2: Por favor, despierta.

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Sostengo sus manos entre las mías, viendo su rostro dormir tranquilamente como si no estuviera sufriendo por verla de esta manera. En su mente, estaba ajena a todo, mientras todos estábamos aquí en el hospital esperando un milagro. Esperando que despertara.

-¿Sabes?- Le digo acariciando sus dedos. Se que me escucha, tiene que hacerlo. -Si despiertas, estoy dispuesto a adelantar mis planes y pedirte matrimonio en este jodido instante.- Mis ojos comienzan a nublarse y siento cómo quema. Su piel estaba pálida, pero sus mejillas conservaban ese torno rosado natural haciéndome saber que la esperanza no se había perdido. De ninguna manera, ella iba a despertar.

La caja que estaba a su lado hacía ruidos constantes no permitiendo que me sumiera en el silencio, porque no sería un silencio de paz, si no uno de tormento.

No soportaba esto. Sentía el corazón en la garganta cada vez que me atrevía a hablarle, que era muy habitual.

La puerta fue abierta y entro la señora Johnson con su traje del trabajo. Tenía la mirada triste, perdida, exactamente como yo me sentía. Pero quizá para una madre era diez mil veces peor.

-¿Por que no vas a descansar, James?- Me preguntó sentándose delante de mi en una silla plegable. Agarro la otra mano de su hija y sonrío. ¿Como podía sonreír en un momento como este?

-Gracias, pero prefiero quedarme aquí.- Sabía que debía de quedarme aquí, a su lado, algo me lo decía. No quería apartarme de ella, como si diera por echo que estaría bien sin mí. No quería perderme de nada, absolutamente nada.

-Haz estado día y noche durante estos meses. Tienes que descansar, no puedes seguir de esta manera. Ella despertara cuando tenga que hacerlo.- Me regaño como si fuese un niño pequeño. Pero ella no lo entendía. No podía sepárame de mi Lu.

-¿Que si no lo hace?- Pregunte sin poder detener mis palabras y me maldije cuando salieron como vomito verbal. Ella iba a despertar, lo haría, no podía dejarme así.

-La esperanza es lo último que se pierde. Solo necesitamos un milagro, ella lo sabe.- Miro de nuevo a su hija como si todo estuviese bien y cada vez que ponía esa mirada me hacía rabiar.

Nada estaría bien hasta que ella abra los ojos.

-Solo...no me aparte de su lado.- Suplique mirando de nuevo su rostro dormido. Con tanta paz, una que yo necesitaba justo en este momento. La señora Johnson me sonrió con ternura y se levantó caminando hasta estar delante de mi.

-Si ella no pelea, tendrás que pelear por los dos. Es hora de que seas fuerte.- ¿Fuerte? ¿Entonces que se supone que he estado haciendo todo este maldito tiempo?

-Lo haré.- De todas formas conteste sin dudar. No descansaría hasta que ella me mirada de nuevo, hasta que ella dijera el 'acepto' el día en que nos casemos.

-Ahora ve y tráeme un café. Tengo que hablar a solas con mi hija.- Me dio un liguero empujón haciendo que me levantara de la silla que había sido mi cama durante el tiempo en que me entere de que mi novia estaba aquí en el hospital.

Mire una última vez a Lu antes de salir. Imaginándola despertar, ser como era antes, regalarme otro de sus incoherentes argumentos, sus peleas sin sentido y sus risas. Sus malditas risas y sus ojos alegres, se iluminaban cada vez que me veía y de seguro los míos también.

¿Por qué tenía que pasar esto justo cuando todo iba perfecto?

Al salir de la habitación de Lu, me encontré con Ash y Lex en la sala de espera con las miradas perdidas. En cuanto me vieron se levantaron ambas como resortes.

-¿Ya despertó?- Preguntó Ash mordiéndose las uñas. ¿Quién iba a decir que Ash se pondría de esta manera? Jamás había tenido una amiga, que yo conociera, y ahora se moría porque Lu había decidido hacernos esperar.

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora