6: Amnesia retrógrada.

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Lu.

Estaba frente a la psicóloga del hospital que me decía cosas que me calmaban mientras me tomaba un té de manzanilla. No podía detener las lágrimas.

Era todo tan confuso.

Por más que me esforzara en pensar algo de mi, me era imposible. No recordaba absoluta y totalmente nada. Mis padres, si es que tenía unos. No me recordaba a mí misma y eso me aterraba a una escala máxima. Sentía que era como un libro al que le habían arrancado todas las páginas, y solo dejaran unas cuantas en blanco, donde no habían respuestas que tanto estaba buscando.

La psicóloga me regalo cuando le estuve preguntando sobre mi, como si ella pudiera saber algo. Me dijeron que el doctor Sully me explicaría mi situación en seguida, pero ya habían pasado veinte minutos y aún no sabía nada de él.

Quería largarme cuánto antes de este hospital, quería ir a casa y averiguar algo, lo que sea.

Ni siquiera sabía cómo era mi rostro, no me habían dejado mirarme en el espejo. Solo sabía que tenía mi piel blanca y el cabello castaño que me llegaba a media espalda. No sabía de qué color eran mis ojos, mis labios, mis mejillas. La forma de mi rostro, por ejemplo.

Me encontraba desesperada por saber algo que me estaba doliendo la cabeza y por alguna extraña razón mis rodillas no dejaban de tiritar involuntariamente.

Pero no quería torturarme a mí misma haciéndome preguntas de las cuales ignoraba la respuesta, así que trate de pensar en otra cosa.

Y lo primero que me vino a la mente fue el chico de ojos verdes.

Sabía que no lo conocía de ninguna parte, o al menos mi cerebro no lo procesaba, pero mi cuerpo era una situación diferente. Cuando lo vi, se me acelero tanto el corazón y cuando me pidió matrimonio me asuste demasiado al encontrarme feliz por ello, como si fuera lo que siempre he estado esperando. Lo cual era ilógico.

Con solo verlo, había puesto mis bellos de punta y me hizo estremecer. Era como tocar el cielo. Irreal.

Cada vez que cerraba los ojos seguía viendo la cara de aquel chico, me miro con tanto dolor que no me quedó más que gritar para aliviarlo. ¿Como a alguien se le ocurre pedirme matrimonio? ¿Es que acaso se trataba de una broma? ¿Como le pides matrimonio a alguien a quien no conoces? Es ilógico.

Pero el dolor en su mirada parecía tan real, que fue una posibilidad que ese chico me confundiera con alguien a quien le ha regalado los mejores años de su vida. No podía evitar sentirme intrigada ante él, como si necesitara conocerlo. Era imposible negar el hecho de que era muy guapo.

La chica a la que verdaderamente quería pedirle matrimonio, debía de ser muy afortunada.

¿Yo tendría algún novio? ¿Que edad tenía? ¿Donde vivía? ¿Que tipo de comida me gustaba? ¿Cuál era mi color favorito? ¿Tenía amigas? ¿Vecinos?

Deje de hacerme esas preguntas cuando unas voces se escucharon fuera de la habitación.

-¡Es mi hija y voy a verla en este mismo instante!- Escuche el grito de una mujer y temblé en respuesta, como si ese grito me diera algún tipo de miedo.

-Señora Johnson, no puede entrar en estos momentos, la paciente se encuentra en situación crítica.- Esa era la voz de uno de los enfermeros que habían sacado al chico de ojos verdes de la habitación.

-¡Con más razón para verla! Ahora, ¿va a quitarse de mi camino o tendré que hacerlo yo?- Y en seguida entro a la habitación una mujer cerca de los cuarenta con el cabello negro como la noche y piel blanca, tenía una falda de tubo gris y una blusa se seda color azul cielo.

Dejo caer su bolsa al suelo en cuanto me vio y corrió con sus grandes tacones hacia mí extendiendo los brazos. Me quede en mi lugar perpleja y en seguida me rodeó abrazándome.

-¡Mi niña! He venido cuánto antes en cuanto tu hermana me dijo que habías despertado. Sabía que lo harías, siempre has sido tan valiente y fuerte. Te amo, Lu.- Lloro en mi hombro y el abrazo se sintió tan familiar que deje que me abrazara a pesar de que no la conocía.

De nuevo me estaban confundiendo con alguien más.

La psicóloga, frente a mi, se levantó con su expresión molesta y toco el hombro de la señora.

-Señora Johnson, no debió entra aquí.- Le dijo haciendo que se separara de mi.

-Voy a llevarme a mi hija inmediatamente de este hospital.- La mire confundida cuando me agarro la mano e hizo que me levantara. No cuestione absolutamente nada por la fría y oscura mirada que le estaba dando a la psicóloga y tuve algo así como un dejavú.

-Eso no será necesario, señora Johnson.- Entro finalmente el doctor Sully con una carpeta en sus manos. -Siéntese por favor, ya que está aquí le hablaré sobre la situación de la señorita. Doctora Steven, puede retirarse.- La psicóloga miro mal a la señora y se fue sin decir nada más.

El doctor se sentó frente a nosotras, ya que la señora tomo asiento a mi lado y no encontré una razón para alejarme de ella.

-Lucía, quiero que te tomes esto con calma.- Nos miro a ambas y suspiro mirando su carpeta. -Amnesia retrógrada. Esto significa que no recordará nada ocurrido antes del accidente, al parecer fue una perdida total de la memoria.- La señora a mi lado soltó un sollozo y con una mano se tapo la boca y con la otra me agarro como si necesitara algo de lo que sostenerse. Me dolió verla de esa manera, pero preste atención al doctor.

-¿Es permanente?- Pregunto la señora.

-No lo sé. Depende de ella.- Me señaló a mí con la cabeza y solo entonces me di cuenta de que estaban hablando de mi. Que tonta era. ¿Como no me di cuenta antes? Creo que estaba sumida en mis pensamientos tratando de averiguar el porque está señora me hacía sentir de una forma segura.

-Esperen, ¿que? No entiendo de lo que están hablando.- Negué con la cabeza y mire a ambos. El doctor fue el que hablo, ya que la señora seguía llorando.

-Tuviste un accidente automovilístico. Te golpeaste la cabeza, exactamente el lugar donde se alojan los recuerdos...- Se señaló una parte de la cabeza y actúe en forma de espejo, tocándome yo también ese lugar y me sorprendió cuando me toque una cicatriz. -Los perdiste todos. Cuando te trajeron aquí estabas casi muerta, te revivieron pero no despertaste a pesar de que tu corazón volvió a latir. Estuviste en coma.- Abrí la boca sorprendida y se me escapo un jadeo.

Eso explicaba...todo.

-¿Cuánto tiempo estuve en coma?- Pregunte temiendo de al respuesta.

-Cinco meses.- Imite la acción de la mujer a mi lado tapándome la boca cuando las lágrimas salieron una detrás de otra. -Usualmente no decimos las cosas tan directas, pero haz estado causando muchos problemas en el hospital y consideró prudente que vuelvas a tu hogar.- Solté la mano de la señora para taparme toda la cara cuando mi cuerpo se sacudió por el llanto.

-Entonces ese chico que afirmaba concierne, si me conocía.- No era una pregunta pero el doctor asintió.

-La señora Johnson es tu madre.-

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora