-Es un lugar muy bonito.- Digo mientras miro por la ventanilla hacia el mar azul que se extiende tanto hasta el punto de no ver dónde termina.
-Escogieron bien el lugar de su boda.- Dice sin quitar la mano de mi muslo desnudo. Estoy usando unos pantalones cortos con una blusa holgada y una gorra de béisbol para que mi cara no se queme por el sol y me salgan pecas.
James se ve muy apetitoso con sus bermudas color negro y su camisa sin mangas dejando al descubierto sus fuertes y trabajados brazos.
Se me hace agua la boca de solo verlo.
Y esos lentes de sol oscuros le dan un toque misterioso que estoy demasiado tentada a obligarlo a detenerse y aprovecharme de su cuerpo en este mismo instante.
Pero nuevamente mis deseos son interrumpidos por una boda.
Ahora la de mi madre.
¿Y la mía? Ni idea. No creo que llegue en un futuro cercano, si soy sincera. Perdí mi oportunidad y es como si fuera una estrella fugaz. Son difíciles de ver por segunda vez.
Tuvieron que esperar hasta que la luna de miel de las mellizas terminara para poder hacer la suya, ya que Darrell quería a su hijo en su boda y mamá quería a las dos pelirrojas que se habían ganado su corazón mientras yo estaba en coma.
No sabía lo cercanas que se habían vuelto, pero ahora lo veía.
-Jamás pensé que mamá quisiera casarse en la playa. No es lo suyo una boda modesta ni la arena metiéndosele entre los dedos.
-¿Imaginaste la boda de tu madre?- Preguntó mirándome solo un momento para seguir conduciendo.
Asentí con energía sintiendo el viento en mi rostro revoloteando mi cabello que había crecido considerablemente desde la última boda.
-Imagine la boda de mi madre en un salón con arquitectura francesa, muy elegante. La de Jenn la imagine al aire libre pero de noche, las estrellas iluminando su hermoso vestido blanco.- Sonreí con los ojos cerrados recordando esos momentos en que las dos nos poníamos a decir los detalles de nuestras bodas imaginarias.
Después llegó la pubertad y la idea de casarse me repelía. Pero ahora la ansiaba más que nada.
¿Que es lo que faltaba? Amaba a James, James me amaba a mi y aunque una parte de mi cerebro me recordaba que el matrimonio no te exentaba de que cometiéramos errores, aún así era muy significativo para mí.
Desde que papá engaño a mi madre la idea de los hombres siendo fieles me parecía absurda, pero sabía que James jamás me haría algo así. Jamás.
Y yo aún menos, lo amaba demasiado como para fijarme en alguien más.
-¿Como imaginaste la tuya?- Preguntó sin ninguna expresión en su rostro. Los lentes de sol solo hacía que fuera más difícil intentar leer su expresión.
¿Era una especie de indirecta?
Mi corazón empezó a bombear más sangre de la necesaria y la adrenalina corrió por mis venas haciendo imposible la idea de calmarme.
¿Por que me alteraba con esa simple pregunta? No tenía nada que ver. Ibamos a la boda de mi madre, nada más. Simple. Sencillo.
James carraspeo haciendo que saliera de mis pensamientos y lo mirara.
No quería decirle la boda que me imaginé cuando tenía once años. Se reiría de mi. En ese tiempo era súper fanática de Harry Potter y ahora sabía que mi boda en Hogwarts jamás se cumpliría.
Había soñado con que Albus me casara con James y cuando muriéramos aún viviéramos ahí, pero era una niña. No me juzguen.
Sentí mis mejillas teñirse de rojo y baje la visera de la gorra tratando de ocultar mi rostro.
-Si te lo digo tendría que matarte.- Murmuré esperando que eso me librará de tener que responder.
-No te librarás de mi, Lu.- Subió su mano por mi muslo haciendo que el calor que sentía antes pasara de la vergüenza a la lujuria.
Después de hospedarnos en el hotel me deje caer en la enorme cama más suave de mi existencia.
-Esto tiene que ser el cielo.- Gemí de placer al sentir miles de plumas debajo de mi, o quizá podría compararlo con nubes suaves y esponjosas.
-Pronto lo va a ser.- Sentí el colchón hundirse a mi lado y gire mi cabeza abriendo los ojos encontrando una mirada verdosa justo frente a mi.
-¿Estás coqueteando conmigo?- Pregunte burlona dándome cuenta de que no se había detenido de hacerlo desde que lo encontré en su cochera hace meses, arreglando a Maxon y a su auto, que lo llame Aspen.
-Ni siquiera he empezado.- Puso una mano alrededor de mi acercándome a el, quedando ambos frente a frente sobre la cama.
-La boda es en unas horas.- Murmuré sobre sus labios rozándolos con cada palabra que decía.
-Siempre podemos volver después de que se acabe.- Acaricio mi costado haciéndome cosquillas, pero la intensidad en su mirada mato cualquier tipo de risa que pudiera darme.
Moví mi mano hasta que mi pulgar estaba sobre sus apetitosos labios y mordí los míos con anticipación.
-No creo que pueda soportar tanto tiem...- No pude terminar de decir la oración ya que se había abalanzado sobre mi boca, girándonos de forma que había quedado atrapada debajo de su fuerte cuerpo cálido.
Enrede mis dedos entre su cabello acercándolo lo más que podía a mi, sintiendo una inmensa necesidad de el.
Su mano se posicionó debajo de mi muslo derecho levantándolo hasta hacerme flexionar mi rodilla y el aprovechó eso para hacer chocar su pelvis contra la mía.
-James.- Gemí sintiendo tanto ardor dentro de mi que estaba desesperada por hacer desaparecer la ropa.
Alce el cuello dejándolo explorar con sus labios que me ponían la piel chinita. Quité mis manos de su cabello y las metí por debajo de su camisa levantándola.
James se separó de mi solo para sacarse completamente la ropa lo más rápido que podía y volvió a mi solo usando sus boxers.
Atacó de nuevo mis labios con ferocidad y se deshizo de mis pantalones cortos de un tirón llevándose también mi ropa interior.
Los ventanales que daban al mar estaban abiertos dejando que un ligero viento se mezclara en la habitación, pero estábamos en un cuarto piso, por lo que nadie podía vernos.
Enrrolle la pierna que me había flexiobado alrededor de sus caderas presionando nuestros centros.
Escuché el gruñido de James cuando sus dedos se deslizaron por mi humedad.
-¿No vas a preguntar cómo lo quiero?- Dije entre jadeos recordando nuestra primera vez hace años.
Se alzó con ayuda de sus brazos para observarme desde arriba, el brillo en sus ojos me puso más humeda, si es que eso era posible y me retorci buscando fricción.
-Se bien como lo quieres.- Puso un mechón de mi cabello detrás de mi oído y termino de desnudarme.
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Enfermedad Terminal
Teen FictionNo quería que su antigua yo desapareciera, me asustaba como la mierda saber que había una posibilidad de que no recordará nada. Y si ella no me recordaba, significaba que no me amaba. No más. No como yo lo hacía. No como ella lo había hecho alguna v...