11: ¿Recuerdo?

160 12 0
                                    

Estaba en mi habitación bajo las mantas mirando hacia la ventana de mi habitación, siempre lo hacía, como si esperara que alguien entrará por ahí.

Sin saber porque, sonreí ante ese pensamiento. Sentí como mi estómago se retorcía de placer y quería gritar de la maravillosa sensación que estaba experimentando.

Puede que mi mente no lo recordará, pero mi cuerpo...decía lo contrario.

Me quite las mantas de encima y me iba a levantar de la cama y asomarme por la ventana, porque sentía que me llamaba, pero la puerta de mi habitación fue abierta y entro mamá por ella con una sonrisa triste.

-Creí que estabas dormida.- Dice medió sobresaltada. Me di cuenta de mis escasas ropas y sentí tanta incomodidad porque me viera así , que me arrojé a la cama y me cubrí hasta el cuello con las mantas.

-Eso hacia.- Le respondí finalmente. Ella miro hacia la ventana también y entro.

-¿Quieres que cierre la ventana?- Me preguntó caminando hasta ella pero me senté en la cama y grite.

-¡No!- Ella se puso la mano en el pecho, claramente asustada por mi arrebato y me sentí mal por haberla asustado. No quería asustarla. -Hace un poco de calor, quiero mantenerla así.- Mentí y me regañe por ello. No debería de mentirle a mi madre.

-Bien.- Sonrío y se sentó a mi lado en la cama.

-¿Por que entraste?- Le pregunte de la manera más suave que pude, sin querer herir sus sentimientos. Me acosté en la cama completamente y ella pasó sus manos por mi cabello, acariciándome. Cerré los ojos ante esa delicia y ella soltó una risita.

-Me gusta verte dormir. Siento que eres tú.- Dice con una sonrisa pero en cuanto se da cuenta de sus palabras, borra la sonrisa. -Lo siento, no quise decir eso.- Solo la mire sin expresión alguna.

No podía culparla. Sabía que ella me extrañaba, a pesar de haber despertado, no era yo. Solo era un cascarón.

-Si me dijeras como solía ser, podría recordarlo todo más rápido.- Le susurre haciendo círculos en la cama.

-Sabes que eso no puedo hacerlo, tienes que hacerlo tú.-

-Es tan injusto.- Respondí queriendo hacer una pataleta como una niña pequeña.

-¿Sabes que es más injusto? Que este rompiendo las reglas.- Levante la vista hacia ella, desconcertada mientras me miraba con expresión burlona. -Mira lo que tengo aquí.- No me había dado cuenta de que tenía entre sus manos lo que parecía una almohada con forma de carro, color rojo y con letras amarillas. -Era tú almohada favorita, se llama Rayo McQueen, de la película Cars.- Me explicó quitando suavemente la almohada sin vida debajo de mi cabeza y sustituyéndola por la almohada en forma de carro de caricatura.

Fruncí el ceño y la mire pasando mis dedos por la suave tela.

-Parece de hombre.- Dije delineando el pequeño rayo que tenía a un costado.

-Si, tú no te sentías muy atraída por las cosas de chicas.- Dijo encogiéndose de hombros. Sonreí y abrace la almohada como si la hubiese extrañado tanto.

No recordaba nada sobre la almohada, ni siquiera mis gustos aparentemente masculinos, ni si quiera de mi familia. Pero esperaba que con el tiempo, eso cambiará.

-Muchas gracias, mamá.- Le dije con total sinceridad y me dio un beso en la frente.

-De nada, Lu. Pero no esperes nada más. Descansa.- Se levanto de la cama y salió de la habitación.

Mire hacia el techo y me sumergí en mis pensamientos.

Me llamo Lucía Johnson, tengo veinte años. Tengo una madre, una hermana, perdí la memoria, me gusta una almohada en forma de auto...

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora