POVJames.
Apresure mis pasos pasándome una mano por mi cabello para tratar de arreglarlo un poco. Odiaba estar usando un traje cuando venía aquí con la psicóloga, pero apenas y había tenido tiempo de venir.
Los contratos con la empresa de mi padre no dejaban de llegar y me enorgullecía mucho decir que pondríamos unas instalaciones en Japón.
Todo estaba saliendo de maravilla en mi vida laboral, ojalá eso también se pasara en mi vida personal.
Gire la perilla de la puerta y la cerré detrás de mi con el pie.
Mire hacia la psicóloga que estaba sentada frente a la mamá de Lu, ambas tenían expresiones como si se quisieran echar a llorar en cualquier momento.
-Gracias por esperar.- Les dije agarrando una silla y sentándome cerca de ambas.
-Descuida, también acabo de llegar.- Me tranquilizo la señora Johnson sonriendo con tristeza. Su rostro lo decía todo, igual que Lu.
-¿Pasó algo? ¿Recordó?- Pregunte esperanzado sintiendo que con cada segundo que tardaba en responder moría un poco.
-No.- La mamá de Lu soltó un jadeo como si eso fuera lo que tanto ha estado esperando pero supiera que no había posibilidad de que eso pasara. -Le estaba diciendo a la señorita Montes que Darrell quiere casarse cuanto antes y más ahora que su hijo también va a casarse y no quisiéramos arruinarles el momento.- Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y me quite el pañuelo del bolsillo para dárselo, me dio las gracias secándose los ojos.
-Martha piensa que es prudente que esperen primero a la boda de tus primas para después casarse ellos. Pero...- La psicóloga suspiro mirando al suelo quedándose en medio de una frase.
-Pero no puedo hacer mi boda si mi hija no está. Y no puedo decirle de pronto a mi hija todo lo que está pasando sin causarle un daño cerebral.- Termino la madre de Lu llorando aún más fuerte. La psicóloga le agarro la mano y la sobo intentando reconfortarla.
-¿Está segura de que Lu sufriría si le explicamos su vida?- Pregunte mirando a la señorita Montes deseando con toda la desesperación del mundo hacer que Lu volviera.
No me iba a dar por vencido aún si me llevaba años hacer que recordara todo, que me recordara, pero si había una posibilidad de acelerar las cosas, que mejor.
-No puedo estar completamente segura de que no. El golpe afecto importantes zonas cerebrales y una impresión como esa podría hasta acabar con su vida.- La madre de Lu lloro con más ganas y se sacudió la nariz con el pañuelo, que ahora le obsequiaba.
-¿Y si lo hiciéramos despacio?-
-¿A que te refieres?- Preguntó girándose hacia mi para prestarme toda la atención. A pesar de que le estaban pagando para esto, si mostraba genuino interés en ayudarnos a que Lu volviera.
-Estaba pensando en que si la llevaba a lugares significativos para ella, pero sin decirle nada, al ver la familiaridad del entorno ella podría recordar fragmentos por sí sola.- Me encogí de hombros sin estar seguro de si entraba en las cosas seguras hacer lo que tenía en mente.
La señorita Montes se quedó pensando, mordiéndose el labio inferior y jugo con el dobladillo de su falda púrpura. Se quedó tanto tiempo pensando que incluso la señora Johnson termino de llorar para mirarla.
Moví mi rodilla impaciente por una respuesta.
Incluso tenía ya elaborado el mapa con todos los lugares que sabía que significaban algo para Lu. Todos esos lugares donde sus emociones volaron como un proyectil, sabía que habían impactado tanto en su vida que era imposible que no lo recordará.
Aunque yo creía que había sido el más grande impacto, pero si me olvido.
Me sobe el pecho por encima del traje como si eso fuera a aliviar la tensión que tenía dentro de el. Pero nada funcionaba.
Me asustaba la idea de pensar en que quizá Lu nunca volvería a ser la misma. ¿Y si se convertía en otra persona? ¿Si mandaba al caño todo por lo que me había enamorado de ella? ¿Seguiríamos juntos? Joder, si.
Siempre iba a estar con ella. Lo prometí y es un compromiso aún mayor que solo una simple y vana promesa. Yo quería, deseaba y necesitaba tanto a Lu, como si fuera el mismo oxígeno que respiraba.
Me sentía solo, perdido e incluso incompleto sin ella.
Tenía nuestros autos destrozados en mi cochera, me prometí a mí mismo que cuando Lu volviera, mandaría a arreglar esos autos, mientras Lu siguiera dañada, ellos también.
-¿Y bien?- Presionó la mamá de Lu alzando las cejas hacia la psicóloga.
-Oh, si. Lo siento.- Hizo un ademán sobre su cabeza y sonrío. -Me perdí.- Si, creo que estaba loca. -Supongo que eso estaría bien. Pero tienes totalmente prohibido explicarle cosas si ella no recuerda.- Me señaló con su dedo y me miró amenazante.
-¿Y eso funcionaria?- La madre de Lu me miró a mi como si tuviera en mi poder la cura contra el cáncer.
Aunque para una madre que su hija volviera era más importante que solo curar el cáncer.
-No perdemos nada con intentarlo.- Me encogí de hombros mirando la aceptación en los ojos de la psicóloga.
-Si se altera sácala de ese lugar. ¿De acuerdo?- Asentí levantándome de la silla.
-Bueno, señoritas. Las dejo, tengo un asunto importante.- Mire el reloj de mi muñeca haciendo cuentas de en cuanto tiempo estaría de vuelta en el edifico para recibir a los inversionistas de Cuba.
-¡James!- La psicóloga se levantó del sillón y corrió hacia mi en sus grandes tacones negros de aguja. Le debían de estar doliendo mucho los pies con esas cosas.
Era una suerte que Lu no los usará, de por sí tenía un poco de mal equilibrio. Se rompería el cuello si los usará.
Ella no era tan baja de estatura, no los necesitaba tanto.
-¿Sucede algo?- Pregunte agarrando la perilla de la puerta y abriéndola, pero sin salir de la oficina.
-Quería tú permiso para escribir unas cuantas cosas referentes a ustedes. Estoy en medio de una investigación cerebral, cosas que no entenderías. Y si los usará a ustedes de ejemplo...- Hizo un sonido con su boca y un ademán con la mano como si un cohete hiciera explosión. -Me lanzaría justo a la cima.-
Fruncí el ceño mirándola y no encontré ningún problema.
-Si, está bien.- Le dije sin tomarle importancia y me despedí dándome la vuelta.
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Enfermedad Terminal
Teen FictionNo quería que su antigua yo desapareciera, me asustaba como la mierda saber que había una posibilidad de que no recordará nada. Y si ella no me recordaba, significaba que no me amaba. No más. No como yo lo hacía. No como ella lo había hecho alguna v...