James.
El chico al cuál golpee me señaló la puerta y se fue discretamente dejándome a solas.
No sabía porque me ayudaba, si no nos conocíamos, lo había golpeado y esto podría hacerlo perder su empleo, pero aquí estaba.
Sentí mi corazón golpear rápidamente contra mis costillas de lo nervioso que estaba. Sentía que podía recorrer el mundo en menos de un segundo de la euforia que me recorría de pies a cabeza.
No soportaba no verla, era como el aire que respiraba, sentía que ella era lo más indispensable en mi vida. No podía estar más tiempo alejado de su lado. Pertenencia a ese lugar. Justo en su cuello, enterrando mi cara ahí y pasando mis labios con delicadeza sobre su suave piel recordándole miles veces cuánto la amaba, y sentir su pulso correr veloz por mi. Y el lugar de ella estaba en mi pecho, descansando su cabeza sobre mi corazón para que lograra escuchar como mi corazón latía por ella, y solo por ella.
Verla despertar después de tantos meses de sufrimiento que se sintió eterno, fue como si un ciego viera por primera vez.
Tan hermosa.
Con su cabello castaño en cascadas onduladas, sus ojos curiosos, sus rodillas temblorosas, sus carnosos labios, sus mejillas sonrojadas, sus dedos largos y un poco torpes. Era la perfección para mí.
La amaba, el tiempo que había estado a su lado sin ninguna reacción de su parte fue lo más doloroso que alguien pudo haber sentido.
La impotencia de saber que no está en tus manos hacerla despertar, que solo es su decisión y si decidía que se quería ir...
No podía describir el dolor tan grande que fue.
Pero no tenía que pensar en eso, ella estaba despierta, eso era lo que importaba, lo que necesitaba.
Me acerqué a la puerta con cautela y toque el pomo aún sin girarlo.
La manera en la que había despertado no había sido de lo más relajante, pero después de meses inconsciente, no podía esperar menos.
Tome una respiración profunda para permanecer decidió a lo que iba a hacer. Estaba muy seguro de mi decisión.
Abrí la puerta y la vi de espaldas a mi sentada en la cama aún con su bata de enferma. Su cabeza estaba agachada y su cabello largo estaba acomodado hacia un lado.
Yo solía poner su cabello sobre un hombro para besarle el otro.
Sonreí ante los hermosos recuerdos que habíamos construido juntos y que nos seguirán para siempre.
Porque estaba apunto de hacer un 'para siempre'.
Me puse delante de ella. Levantó la mirada hacia mí con expresión en blanco, y solo me dio más motivación para hacer lo que tenía en mente, para hacerla reaccionar.
Saque el anillo de mi bolsillo y me hinqué en una pierna. El anillo había estado en mi familia por generaciones y era hora de que yo lo usara.
-Lucia Johnson, cásate conmigo.- Le dije levantando el anillo en su dirección.
Mi cuerpo estaba tan quieto, que no podía moverme hasta que me dijera el 'Sí'.
Habíamos estado bromeando por años sobre ese momento, siempre había pensado que sería de una forma más especial.
Se me habían ocurrido millones de ideas para pedirle matrimonio.
Desde un globo aerostático. Desde un barco, hacer que un avión escribiera la pregunta, quizá en un concierto de su artista favorito, pero ella tenía una idea preferida.
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Enfermedad Terminal
Teen FictionNo quería que su antigua yo desapareciera, me asustaba como la mierda saber que había una posibilidad de que no recordará nada. Y si ella no me recordaba, significaba que no me amaba. No más. No como yo lo hacía. No como ella lo había hecho alguna v...