39: No tienes derecho.

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Suspiré quitando esa pieza del rompecabezas de la parte de arriba. No cuadraba, nada en mi vida parecía hacerlo.

Ni siquiera sabía porque estaba intentando armar uno. Creo que lo había tomado como una metáfora o algo así; si podía armar el rompecabezas, podría armar mi vida de nuevo.

Pero no estaba dando resultado.

Me quise pasar la mano por el rostro pero recordé que ahora usaba maquillaje, por lo cual resistí el impulso y mejor di golpecitos con el pie en el suelo haciendo un ruido rítmico para ahuyentar el silencio.

Agarre otra pieza y trate de incrustarla, pero no cabía. Todo era tan igual en este estúpido rompecabezas, ¿por qué no los diferencian mejor? ¿Quién podría armar uno de estos dificilísimos rompecabezas? ¿A quien se le ocurrió inventar estás torturas?

Negué con la cabeza quitando esa maldita pieza de ahí y agarre otra, pero tampoco era.

Golpee la mesa con la palma de la mano destruyendo lo poco que había armado.

-Estupendo.- Murmuré viendo el desastre que había causado. Mi madre y mi hermana estaban cada una en su habitación y lo prefería de esa manera.

No quería estar cerca de ninguna de ellas y estaba estancada aquí por el momento, por lo cual tenía que seguir viéndolas por más que las evitará.

Necesitaba conseguir un trabajo, largarme de aquí y construir mi nueva vida en un lugar completamente nuevo, con personas nuevas. Iba a crear nuevos y mejores recuerdos.

¿Quien necesitaba el pasado?

Solo era un obstáculo para el futuro. Y yo tenía bastantes cosas planeadas. Vanne formaba parte de esos planes, mi mejor amiga. Ella siempre iba a estar conmigo y viceversa.

Escuche como la puerta principal se abría y se cerraba, seguido de unos pasos que avanzaron hasta el comedor, donde yo estaba.

Alcé la vista viendo una verdosa mirada un poco enojada.

James.

-¿Ahora te dignas a aparecer?- Pregunte sarcásticamente bajando la mirada de nuevo al rompecabezas intentando ignorar su presencia, algo sumamente difícil.

Parecía como si su persona tuviera una extraña energía, cuando entraba en alguna parte todo lo demás se volvía borroso y el era el único que se podía ver, lo único claro. Demandaba tanto tu atención como un incendio.

Su sola presencia ya estaba incendiando mi cuerpo.

-Tenía cosas que hacer.- Respondió con voz monótona. Por alguna razón quería lastimarlo de la misma forma que el a mi. Quería herirlo y humillarlo como el hizo conmigo después de haberme besado y huido.

-Bien. Sigue haciendo esas cosas. Ya sabes dónde está la puerta.- Ni siquiera me moleste en verlo de nuevo.

-Tengo que hablar con tu madre.- Apreté las manos en puños irritada porque siguiera aquí. ¿Que no entendía indirectas de que no lo quería aquí? No le respondí. Fingí que estaba de lo más entretenida con el rompecabezas hasta que su sombra se cernió sobre mi tapándome la luz del foco. -No te gustan los rompecabezas.- Me dijo en un tono bajo y de lo más espeluznante.

-Tu no me conoces.- Seguí sin verlo. Apreté la mandíbula y presione la maldita pieza pero no cabía.

-Tienes razón. Creía conocerte, pero esta persona.- pude ver su mano señalarme de arriba a bajo y escuche el desprecio en voz. -Está persona en la que te haz convertido no eres tú. No la conozco.- Negó con la cabeza como si estuviera decepcionado y me maldije por verlo.

-¿De que sirve que me conocieras? No me lo dirías. Y vete acostumbrando a esta nueva yo, porque la antigua ya no está más aquí.- Lo mire con severidad guiándome con las miradas que Vanne me daba a veces.

-Oh, si, eso se ve claramente.- Asintió de acuerdo conmigo, pero la tensión era tan alta como si estuviéramos gritándonos mutuamente. Lo cual no estaba muy lejos de pasar. -La Lu que yo conozco no haría sufrir a su madre ni a su hermana. Tampoco vestiría de esa manera sin sentirse cohibida por las miradas que le diesen. No lastimaría a todo el que la rodeará.

¿Como sabía el todo eso? ¿Acaso mi madre le dijo? ¿En serio? ¿Ahora son mejores amigos? Bien, perfecto. Ella escogió su bando.

-¿A ti que más te da? ¡Nada de esto es asunto tuyo! ¡No tienes derecho a decirme nada. Tú no encajas aquí!- Me levante de la silla y volví a golpear la mesa arrojando piezas del rompecabezas por todas partes.

-¡Te equivocas, esto si es asunto mío!- Gritó y a pesar de que se veía amenazante no retrocedí.

-¿Que está pasando aquí?- Apareció mi madre con los brazos cruzados mirándonos a ambos.

-No es nada, señora Johnson.- Hablo James tranquilamente y vi cómo los hombros de mi madre se relajaron junto con todo su cuerpo.

Ya había caído bajo el hechizo de James.

-¡Deja de hacer eso!- Le grite con toda la humillación a flor de piel sobre lo qué pasó hace días en mi sofá. Mi mente me seguía diciendo que fue un simple e inocente beso, pero mi cuerpo no estaba haciendo caso de ello. -¡Deja de intentar guardarte en el bolsillo a todas las mujeres del mundo si solo vas a despreciarlas!- Camine hacia él enojada y lo aparte de un empujón de mi madre.

Sentía como si la estuviera protegiendo, pero era yo la que le había hecho daño.

Vi en sus ojos el reconocimiento de lo que dije. No me estaba refiriendo a mi madre, ni a ninguna otra mujer. Me estaba refiriendo a mi.

A la forma en que me uso, la forma en la que me sedujo. Todo este tiempo fingiendo preocupación por mi, haciéndome creer que le importaba y que era el ser más afortunado del plante por tener una mínima atención de el. Para que después me desechara como basura cuando se dio cuenta de que en realidad no le gustaba.

¿Existiría alguien más vil que el? ¿Alguien tan mentiroso y embustero?

La rabia ardía detrás de mis ojos y me negué a llorar delante de él, no le daría esa satisfacción.

Empuje su hombro al pasar y salí de casa corriendo hacia ninguna parte.

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora