Suspiré por décima vez mirándola.
Me había tomado dos meses haberle echo caso a su madre y me fui para darme una ducha y afeitarme. Ahora, si me veía en un espejo, casi podía reconocerme. Pero me faltaba algo para poder seguir siendo yo, la persona que estaba delante de mi, dormida, era lo que más me hacía falta.
Depender de ella no era lo que tenía planeado, pero sucedió, y ahora estaba admirando su rostro en silencio esperando que sus ojos se abrirán y me vieran de nuevo.
Amaba como me miraba, como si no existiera nada más que yo en ese momento, me hacía sentir único y un jodido afortunado por tenerla. Ni siquiera pide darme cuenta de cuando empeoró todo, hasta que ya estaba hasta la coronilla de enamorado de ella.
Nunca creí que pudiese temerle a algo, pero tenía que no despertase.
Y si eso no sucedía, no sabía cómo sobreviviría sin ella. Creo que ni siquiera lo intentaría, no podía vivir incompleto, la necesitaba tanto que dolía cada segundo en que seguía dormida, ajena al daño que me estaba causando.
Sostuve su manos entre las mías calentándola. Se estaba poniendo muy fría.
La puerta se abrió y entro Ash con una mueca de tristeza que no se había borrado. Ninguno de nosotros era el mismo sin ella y me enfadaba que ni siquiera intentará meterse en nuestra piel pero lo conseguía sin esfuerzo.
-Vaya, te ves diferente.- Me contestó adentrándose y sentándose delante de mi, Lu nos separaba.
-Si, quería que me reconociera cuando despertara.- Conteste mirando a mi novia. Ahora conocía de memoria cada línea de su rostro, la curva de su mandíbula, la textura de sus párpados, sus labios, sus altos pómulos rosados. La forma de sus manos y como su dedo anular no estaba del todo derecho, si no que se curvaba en la punta, ligeramente. Sus uñas rosas. Su cabello que había crecido mucho en estos meses y me negaba a que alguien se lo cortara. Estaba familiarizado con su cuerpo, de la misma forma en que conocía su alma. Su corazón me pertenecía y el mío a ella, y solo quería que despertara y siguiera cuidándolo.
-Lo hará. Recuerdo la forma en que se miraban el uno al otro. La misma forma en que se ven mis padres, mis tíos y...no me cabía duda de que se amaban. Los problemas de la preparatoria se quedan muy cortos.-
-Le hice mucho daño en ese tiempo.- Dije recordando todas las lágrimas que había la echo derramar. Me odiaba a mí mismo cuando me enteré de todo lo que le había echo, pero ella me había perdonado, incluso antes de que yo me perdonará. Lo que daría por escuchar su risa otra vez, mi nombre en sus labios.
-¿Crees que Vanne...- Suspiro aparentando los puños. Sabía cuánto le enojaba recordarla. -Olvídalo, ni siquiera puedo decir su nombre delante de Lu. Odio a esa perra.- Dijo lo último apretando los dientes escupiendo la frase como veneno.
-Yo...- Comencé y la voz se me rompió. Empecé de nuevo agarrando el aire suficiente que parecía quemarme los pulmones. -Le hable por teléfono a Lu ese día. Esa...- Volví a tomar aire. -Me había hablado pidiéndome perdón y diciendo un montón de estupideces. No le había entendido, pero se lo psicopata que era, así que le marque a Lu tratando de advertirle.- La vista comenzó a nublarse y me costaba más mantener las lágrimas a raya. Me importaba una mierda si decían que los hombres no lloraban, esto dolía como la grandísima mierda.
-James, ¿que tiene que ver eso con...- La corte prosiguiendo.
-Estaba desesperado porque se enterara de que ella había vuelto. Aunque en realidad, creo que nunca se fue. Le dije a Lu cosas sin sentido intentando explicarle.- Me detuve un momento porque ya no podía seguir. Cerré los ojos dejando que las lágrimas ensuciarán mi rostro, las imágenes de mi limpiándoselas a Lu me inundaron haciendo que salieran más y más.
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Enfermedad Terminal
Teen FictionNo quería que su antigua yo desapareciera, me asustaba como la mierda saber que había una posibilidad de que no recordará nada. Y si ella no me recordaba, significaba que no me amaba. No más. No como yo lo hacía. No como ella lo había hecho alguna v...