38: No eres tú.

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POVJames.

-¡No puedo más con esto!- Grite lanzando algo contra la pared llena de dibujos de Lu. No me moleste en ver que era lo que había arrojado.

-¡Tienes que calmarte!- Escuche el grito de Ash provenir de alguna parte, pero estaba tan cegado por la ira que no me importaba nada.

-¿Le hablo a mi tía?- Susurro Lex lo suficientemente alto como para que lo escuche y me giré hacia ellas, ambas estaban de pie en la otra punta de mi habitación. Muy lejos de mi.

-No le hables malditamente a nadie.- La señaló con el dedo y se oculto detrás de su hermana.

-¿Cuantas veces tengo que decirte que no eres el único que sufre con todo esto?- Ash ladeo la cabeza alzando las cejas rojas en mi dirección. Le lancé una mirada ácida porque sé que tenía razón, pero no quería que la tuviera. -Siéntate y vamos a hablarlo, sin comportarnos como cavernícolas.- Señaló mi cama y me tomo alrededor de cinco minutos calmar mi respiración y sentarme en mi jodida cama.

Me froté el cabello a pesar de que ya estaba perfectamente peinado y tenía una junta en una hora y tendría que volver a arreglarlo.

Alcé la vista hacia ellas, mirando más a Lex.

-Habla.- Le ordene y Ash puso los ojos en blanco arrastrando a su melliza consigo hasta donde estaba yo. Se sentaron en unos sillones frente a mi.

-Gael me contó todo. Me dijo como se comportó Lu en la cena y lo que le dijo a su madre. Fue horrible, dice que parecía otra persona.- Negó con la cabeza horrorizada mirando al suelo perdida en la escena que creaba su mente en estos momentos.

Pero yo no podía imaginar a Lu de esa forma. Ella jamás le diría algo como eso a su madre y mucho menos vestiría de la forma en que Lex la describió. Cuando ella estaba en casa ni siquiera se arreglaba.

¿Y ahora me dicen que bajo a cenar toda maquillada y con una lengua más afilada que una espada? ¿Como carajos pasó eso?

-Debe de haber un error.- Murmuré pensando en que parecían piezas de diferentes rompecabezas. La Lu que yo conocía no encajaba para nada con la que estaban describiendo.

Es cierto que había cambiado, pero solo un poco. Nada del otro mundo.

-Abre los ojos, maldición.- Ash me lanzo una almohada a la cara y la fulmine con la mirada. -El amor te está cegando, ¡ella está cambiando y tú te niegas a verlo!

-¿Y que se supone que hagamos? No podemos decirle nada y tampoco podemos impedir que cambie si esa es decisión de ella.- Lex se mordisqueo el interior de la mejilla sin dejar de negar con la cabeza.

Se iba a marear.

-¡Al diablo con no decirle nada! Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.- Hablo citando una frase de una película.

-Ya sabes lo qué pasó cuando subió al ático a ver sus cosas viejas. No podemos causarle otro golpe a su mente.

-La tercera es la vencida, ¿no?- Lex se cruzó de brazos y ambas hermanas se enfrentaron con la mirada.

No tenía tiempo para esto.

-Iré a hablar con la psicóloga de Lu.- Me levante de la cama pero antes de salir la voz de ambas me detuvieron, al unísono.

-Lu ya no va con la psicóloga. Me lo dijo Gael.- Quería jodidamente golpear algo. ¿Como había pasado todo esto en tan poco tiempo?

-Eso no importa. Aún puede ayudar.- Baje corriendo las escaleras y agarre las llaves saliendo de casa sin despedirme de mi madre que seguía cocinando, al parecer era adicta a eso.

Subí a mi auto y arranque a toda velocidad teniendo en la mente el lugar exacto donde la psicóloga tenía sus consultas.

Llegue diez minutos después y abrí la puerta de su despacho viendo a una niñita de alrededor de diez años sentada frente a la psicóloga con la mirada hacia el piso. Vestía uno de esos vestidos que no sabía que las mamás le seguían poniendo a sus hijos.

-¿James?- La psicóloga me miró a través de sus gafas con montura y se puso de pie. No sabía si iba a llamar a seguridad o no, pero como que me estaba acostumbrando a que lo hicieran.

-Tengo que hablar con usted.- Dije sin aliento, no por haber corrido, si no porque no podía mantenerme quieto y sereno.

-Estoy en medio de una cita, por si no lo has notado. Emily, el es James. James, Emlily.- Nos presentó como si estuviéramos en una especie de reunión familiar.

Mire a la niña que no se había movido para nada en todo el tiempo. Seguía con la cabeza hacia abajo.

-Hola.- Salude sin saber que más hacer. No había convivido mucho con niños que digamos.

La niña seguía sin moverse. Considere la idea de que era una especie de estatua y la psicóloga si que estaba loca.

Mire a la psicóloga de nuevo. Se encogió de hombros.

-Está bien, puedo darte cinco minutos. De todas formas Emlily no está cooperando para nada.- Me señaló el sofá donde estaba sentada la niña y me acerqué despacio sentándome lo más lejos de ella.

Como que me daba miedo. Se parecía a esas niñas bonitas pero que aparecen en las películas de terror.

Siguió sin moverse ni un milímetro.

-¿Que es lo qué pasa?- Preguntó después de unos cuantos segundos mirándome con atención, casi ignorando a la niña. Me sentía raro con ella aquí.

-Es sobre Lu.- Dije mirando de reojo a la niña que estaba a mi lado.

-Si, lo supuse.- La psicóloga sonrío mostrando sus dientes perfectamente blancos y derechos. Me removí en el sofá y la psicóloga pareció notarlo. -No te preocupes por Emily, es inofensiva la mayor parte del tiempo.- Fruncí el ceño pero no quise preguntar más.

-No sé que es lo que le pasa. Lex dijo que se está comportando de una forma extraña, no es ella misma.

La psicóloga saco un archivo donde venía el nombre de Lu y lo abrió en la última página donde empezó a hacer anotaciones.

-Creí que ella ya no venía aquí.

-Ya no viene pero eso no significa que vaya a perder su caso. Te dije que estaba escribiendo sobre ustedes y necesito un desenlace.- Encogió un hombro restándole importancia.

Le empecé a decir todo lo que me había dicho Lex y ella asentía con la cabeza haciéndome saber que me escuchaba, sin dejar de escribir.

Después de mucho tiempo alzó la cabeza fijando su vista en la mía.

-Mira James. Ahora Lu, sin su memoria, es tan moldeable como la arcilla. Cualquier persona puede moldearla como se le plazca y viendo que su madre ni su hermana hicieron eso, alguien ocupo ese lugar. Alguien le está haciendo esto, haciendo que se comporte de esa forma.

-¿Pero quien?- Pregunte apretando las manos hasta que mis nudillos se pusieron blancos.

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora