32: Nuevo look.

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-Vaya, ¿nuevo look?- Pregunto la psicóloga apenas y entre, deje caer mi bolso en el sofá y después me senté cruzando las piernas que iban enfundadas en unos pantalones demasiados ajustados, y una blusa de lo mas incomoda, pero por razones mas allá de mi entendimiento, me sentía bien con ello.

Quería evitar a toda costa las costumbres que me había infundido mi familia apenas y desperté aquella tarde.

Así que le había dicho adiós a todo ello. Adiós a la ropa desgarbada y sin forma que me obligaban a ponerme día tras día, adiós a mi cabello suelto y sin peinar, adiós a mis zapatos de piso. Adiós a todas esas costumbres.

No me sentía para nada cómoda con ello, pero la rebelión en mi iba en aumento conforme avanzaba el tiempo.

Ahora mi cabello estaba en una coleta alta que me estiraba el cabello tanto que mis ojos se rasgaban y unos tacones me mutilaban los pies con cada paso.

Antes de poder entrar en el consultorio, me había caído por lo menos tres veces.

-Si, ¿algún problema con eso?- Salte rápidamente a la defensiva como había estado haciendo desde hace unos días. Incluso con James, a pesar de que una parte de mi me decía que con mi lengua afilada y mi sarcasmo lo estaba alejando de mí, no podía detenerme.

La psicóloga levanto las manos en señal de inocencia y alzo las cejas sorprendida por mi tono de voz.

Más vale que se vaya acostumbrando, iba a seguir así muchos días más.

No sabía que estaba buscando en realidad comportándome de esta manera, a pesar de saber el daño que les causaba a las personas a mí alrededor, pero ya que la actitud de pacifista tonta no había funcionado para recuperar mi vida, quizá esta fuera la correcta.

Como dijo Jenn; debía de conocer todas mis opciones.

-¿Hay algo que quieras contarme?- Pregunto dándome una repasada de arriba abajo deteniéndose más de lo necesario en mi rostro que tenia mas maquillaje de lo que había usado en toda mi vida. Me sentía fuera de lugar, pero me dije a mi misma que era necesario.

-¿Hay algo que usted quiera contarme a mí?- Le respondí cruzándome de brazos y relajando la postura, pero manteniéndome a la defensiva y la fulmine con la mirada como si me hubiera hecho algo muy malo.

-¿Yo?- Volvió a alzar las cejas que se perdieron en su flequillo y se hizo hacia atrás, como si temiera de mí.

No me gusto esa sensación de ser temida, pero no quería cambiar. Al menos por ahora no, debía de saber a dónde me llevaría mi actitud y cuando fuera suficiente, la cambiaria por otra.

Estaba harta de ser un simple y vacio cascaron. ¡Ansiaba llenarlo con lo que fuera y eso haría a como diera lugar!

-No se moleste en fingir que mi madre no ha venido aquí antes y le ha chismeado todo.- Alce una ceja con desdén y me miro aun mas sorprendida de lo que ya estaba por la crueldad en mi voz.

Se rasco la mejilla como si estuviera sopesando sus palabras, sabiendo que probablemente tenía una respuesta acida para cada cosa que dijera.

Y la verdad es que si, hasta me puse a leer unos cuantos libros de personas malvadas e imitar sus comentarios hirientes y tratar de hacer las mismas expresiones de desdén que se describían. Incluso investigue en internet unas cuantas frases ingeniosas.

-Bueno, si vino tu madre muy preocupada por tu actitud. Creí que estaba exagerando, pero ya veo que no.- Murmuro eso ultimo y cuando nuestras miradas se encontraron, ella rápidamente la retiro para escribir en su cuaderno.

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora