Mire mi reflejo en el espejo viendo como mi hermana me hacía pequeñas trenzas por todo el cabello sin ningún control.
Ella tenía un pequeño chongo en la cima de su coronilla por su corto cabello negro.
-¿Te dejaba que me peinaras?- Le pregunté sintiéndome ridícula.
Estábamos teniendo una especie de pijamada de lo más aburrida, ya que mamá salió fuera y dijo que no vendría a dormir.
¿Y si se fue con papá? Porque tenía uno, tenía que tenerlo. ¿Donde estaba y porque se ocultaba de mi?
-No, pero ahora que no lo sabes, aprovecho.- Dijo riéndose de mi cara de irritación.
-Muy graciosa.- Gruñí quitando sus manos de mi cabello que tenía más nudos que trenzas.
-Es divertido. No recuerdo cuando fue la última vez que hicimos una.-
-Yo no recuerdo nada en absoluto.- Puse mi barbilla en mis rodillas mirando las envolturas de dulces por todo el suelo.
-La señorita Montés dijo que vas progresando.- Me ánimo mi hermana dándome palmaditas en el hombro.
-Yo no lo creo así, no he recordado nada.-
-No se refería a recordar. Ella dijo que te estás tomando esto bastante bien, en caso de que no recuperes tu memoria, vas a estar bien. Siempre lo haz estado.- Me sonrió con ternura y se aplicó brillo de labios.
-No quiero perder mi antigua vida.-
-No te preocupes, tu antigua vida fue de lo más aburrido.- Presiono sus labios juntos esparciendo el brillo y me mandó un beso.
-¿Y que? ¿La tuya si fue emocionante?- La mire con reproche por insinuar que era aburrida.
-Por supuesto. Cada error fue una lección, y aprendí tantas cosas. No estoy orgullosa de la mayoría de ellas, pero de eso se trata la adolescencia; de cometer errores. Y tú eras la señorita perfección, no te gustaba meterte en problemas pero gracias a cierto chico todo eso cambio. Ahora se que no soy la única que tiene algo de lo que avergonzarse.- Se encogió de hombros y me pasó el brillo labial, pero lo arroje al suelo atenta a lo que estaba diciendo.
-¿Te conté los errores que cometí?-
-Lo hiciste.- Dijo como si tuviera cierto poder sobre mi.
-¿Que fue lo que hice?- Le pregunte horrorizada. A pesar de que no había recuperado mi personalidad, no quería creerme capaz de cometer ciertas locuras que se me estaban pasando por la cabeza.
-Fueron hace dos años, Lu. No tiene importancia. Tus últimos años los pasaste de lo más estresada por la universidad, alegrándote por mamá, estando con...- Se callo inmediatamente dejándome a medias por saber sobre mi.
-¿Estando con quien?- Casi salte sobre ella para que me dijera con quien había pasado dos años enteros de mi vida.
-Lo siento, no debí de haber dicho nada de eso. Hablemos de otra cosa.- Gruñí en protesta cuando ya no retomó el tema de mi antigua vida.
Quizá no me estaba perdiendo de nada, ella dijo que era aburrida.
(...)
-Bueno, es un placer tenerte aquí. De todos mis pacientes, tú eres mi favorita.- Dijo la señorita Montés como bienvenida, de nuevo.
-De seguro le dice eso a cada uno de sus pacientes.- Conteste sentándome en el sofá frente a ella, como lo hacía una vez por semana.
-Chica lista.- Me guiño un ojo cómplice y abrió un archivo en su computadora. -Bien, ¿qué hay de nuevo?- Me preguntó con los dedos sobre las teclas, lista para escribir sobre lo que me había pasado en la última semana.
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Enfermedad Terminal
Teen FictionNo quería que su antigua yo desapareciera, me asustaba como la mierda saber que había una posibilidad de que no recordará nada. Y si ella no me recordaba, significaba que no me amaba. No más. No como yo lo hacía. No como ella lo había hecho alguna v...