41: Fué él.

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Me limpie las lágrimas de rabia que caían una detrás de otra por mi rostro haciendo que las personas a mi alrededor me miran raro.

Me molestaba el simple hecho de que lo hicieran, pero ahora era peor porque varias de esas miradas eran de compasión y estaba harta de eso.

Estaba harta de que mi madre me mirara de la misma forma, de que Jenn también lo hiciera. Incluso el novio de mi madre y su hijo lo habían hecho cuando los conocí hace días.

No quería la compasión de nadie, no la necesitaba y además de todo eso, la odiaba.

¿Ellos que sabían sobre lo que estaba pasando? ¿Acaso un día se habían despertado sin saber quienes eran? ¿Alguna vez habían olvidado a todo el mundo?

¡No, definitivamente no! Yo era la única, así que al diablo con sus miradas compasivas cuando no sabían ni una mierda sobre mi.

Ni yo sabía una mierda sobre mi.

No podía mas con esto, tenía que acabarse. Ahora.

Saque el teléfono celular de mi sostén y llame a la única persona que me entendía y se preocupaba por mí. La que no me miraba de ninguna forma especial y la que si ha estado ayudando en algo.

Mi mejor amiga. Vanne.

-¿Si?- Contesto al tercer timbre con voz aburrida, como si tuviera algo mejor que hacer que hablar conmigo. Pero no me importaba, por lo menos era sincera.

-Necesito de tu ayuda.- Me aleje de las personas con miedo de que alguna de ellas me conociera y le dijera a mi madre lo que ahora estaba hablando con Vanne.

-¿Ahora qué hiciste?- Casi pude imaginarla rodando los ojos y mirándome como si fuese una niña pequeña muy mimada.

-Me voy de casa.- Pronuncie tan rápido las palabras que no estuve segura de si ella me había escuchado. Pero me daban miedo, no quería escucharlas ni yo.

-¿Es en serio?- Dije una confirmación con la voz temblorosa y rogue que ella no se diera cuenta de eso. -Dime dónde estás, voy por ti.- Mire a mi alrededor citandole el nombre de las calles y después me colgó por lo que supuse que vendría por mi.

No tenía un plan ahora. Pero lo tendría.

Era mayor de edad, podría hacer cualquier cosa que quisiera. Solo podría estar segura de que Vanne estaría ahí para mi, las dos juntas contra el mundo.

Me senté en la acera y presione mis rodillas contra mi pecho llorando por la pérdida de mi familia. Ya no estaría más con mamá, con su voz cantarina y su perfume de vainilla impregnado en toda la casa. Tampoco con Jenn, no me pelearia más con ella y mucho menos le pediría consejos de moda.

Y James.

Adiós a la salidas que tenía con el a lugares magníficos. Adiós a sus hermosos ojos verdes, a su blanca sonrisa coqueta. Adiós a todo él.

Me toque los labios recordando el pequeño beso que nos habíamos dado y mas lágrimas salieron de mis ojos.

Siempre recordaria ese momento que significaba tanto para mi. Nunca olvidaria la sensación, ni a él.

Sabía que volvería a casa, tendría que hacerlo en algún momento. Pero por ahora necesitaba mucho espacio.

Necesitaba encontrarme y no podía estar con mi familia para hacer eso. Pero si sabía que cuando volviera probablemente James ya no esté ahí, el se habría ido, se habría casado y quizá tendría hijos.

Ni siquiera me recordaria, solo sería una persona más en su lista de conocidos que pronto olvidaria.

-Deja de llorar, se te está corriendo el maquillaje.- Alce la vista encontrando a Vanne de pie delante de mi.

-Lo siento.- Me disculpé sin saber exactamente porque y me levanté limpiando mis ojos con el dorso de mis manos viendo las manchas negras de rimel en ellas.

Genial, ahora parezco un mapache a medio morir.

-Bien, ahora dime porque quieres huir de casa.- Le sonreí porque no me estaba impidiendo hacerlo, ella me apoyaba.

-No puedo seguir más con esto. Necesito alejarme de todos, de James en especial.- Susurré sabiendo que el ya no era más mi secreto. Ya no lo seria más.

-Si, verlo todos los malditos días no ayuda en nada. ¿No te dije que te alejaras de él?- Apretó la mandíbula y dió un paso hacia mi como si quisiera golpearme.

-Yo...- No sabía que decir. Me asustaba esa vacía mirada que tenía ahora.

-Bueno, te llevaré a mi casa.- Cambio de tema rápidamente y sacudi la cabeza para alejar la imagen de James de ella. -Pero antes tengo que enseñarte algo.- Sonrió y me agarro de la mano obligandome a seguirla.

(...)

-¿A donde estamos yendo?- Le pregunte mirando a todos lados. Me estaba cansado de caminar y mis sandalias no ayudaban en nada. Me dolian los pies.

-A que descubras la verdad.- Fue su única repuesta a pesar de que segui preguntando, pero ella me ignoro jalándome para que caminara.

Después de unos diez minutos reconocí el camino y la casa en donde nos habíamos detenido.

-¿Que hacemos aquí?- Mire hacia Vanne que tenía la mirada pérdida en la puerta principal. -James no está aquí, está en mi casa.- Le dije volviendo la vista hacia la casa de los Scott.

-En tu casa.- Repitió sin ningún tono en particular. -Tengo que mostrarte algo.- Dijo después de mucho tiempo en que se había perdido dentro de su propia mente.

No la juzgue, yo también solía hacer mucho eso.

-Ya he visto esta casa. No hay nada aquí.- Mi comentario pareció hacerla enfurecer. Su agarre en mi muñeca se apretó hasta causarme dolor.

-Despues de lo que tengo que mostrarte no volverás a esta casa. No volverás a ver a James, ¿escuchaste?- Frunci el ceño sin saber a lo que se estaba refiriendo. -¿Escuchaste?- Casi grito y no me quedo más que asentir con la cabeza.

Me repeti una y mil veces que ella era mi mejor amiga y que jamás me haría dañó.

Rodeamos la casa hasta llegar a la cochera y ella saco un juego de llaves y abrió el portón.

¿Por qué tenía llaves de la cochera de James?

Hizo el mínimo ruido al abrirla y la luz entro dejando ver dos bultos cubiertos por una sábana. Tenían formas de auto.

-¿Que es esto?- La mire pero ella no hablo, solo camino acercándose a un rincón donde recogió una especie de papel, cuando se acercó ví que era un recorte de un periódico.

Me lo tendió sin decir nada.

Mire la imagen del artículo viendo dos autos destrozados por un choque. Mire fijamente el auto color azul con el parabrisas roto y el aire se atasco en mis pulmones impidiéndome respirar.

-Maxon.- Susurré sin saber de donde había salido ese nombre. Cerré los ojos concentrándome en el específico color que tenía ese auto y me di cuenta de que era mío. Era mi auto. Mi Maxon.

Abrí los ojos llenos de lágrimas y empecé a leer el artículo donde decía que a una chica la habían chocado intensionalmente y que el acusado había huido de la escena, venía que la afectada había perdido la memoria. Y venía mi nombre.

-No fue un accidente.- Susurré con temor de hacer el más mínimo ruido.

Vanne se acerco a mi quitándome el artículo de la mano y asintió.

-No, no fue un accidente.- Confirmo aunque no tenía necesidad de que lo hiciera. Yo ya lo sabía.

-¿Quien fué?- Grité haciendo puños mis manos y Vanne camino de reversa poniendo cada mano sobre cada sábana y las retiró de un tirón revelando dos autos destruidos.

Y ahí estaba mi Maxon. Y otro auto color negro.

Negué con la cabeza poniendo mis manos sobre mi boca para impedir gritar.

-Querias saber porque siempre estaba contigo. Porque fingia preocuparse por ti.- No deje de negar con la cabeza y Vanne me agarro de los hombros sacudiéndome. Después me agarro del mentón obligándome a ver los dos autos. -¡Míralo! ¡Fue él! ¡El es el causante de todo esto!

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora