36: ¿Novio?

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-Tienes que decirle.- Escuché el susurró de mi hermana provenir desde la cocina. Me acerque sin hacer ruido, pues estaba descalza.

-Tengo miedo.- Esa era mamá, definitivamente. -No sé cómo va a reaccionar. Ya sabes cómo se está poniendo, explota por cualquier cosa.- ¿Estaban hablando de mi?

-Me dan ganas de darle un buen golpe.- Mi hermana gruño y casi podía imaginarla con la boca fruncida por el enojo.

Bueno, pues yo también tenía ganas de darle un buen golpea a ella.

-No peleen.- Mamá suspiro.- De acuerdo, voy a decirle.- Di media vuelta y corrí sin hacer el mas mínimo ruido hasta mi habitación.

¿Que era lo que tenía que decirme? ¿Y por qué iba a explotar por ello?

Segundos después mamá tocó el marco de mi puerta llamando mi atención, a pesar de que ya la esperaba. Pero eso ella no lo sabía.

-Lu, tengo algo que decirte.- Pasó hacia mi cuarto y le lance una mirada de advertencia, ella retrocedió hasta la puerta de nuevo.

-Sueltalo de una vez.- Agarre una almohada de mi cama y la puse en mis piernas sin verla de nuevo.

-Invite a alguien a cenar. Está noche.- Aclaro su garganta con nerviosismo. -Pedire comida tailandésa.- Sonrió como si eso último lo arreglará todo.

-¿Y eso a mi, qué?- Me mordí la uña de mi pulgar solo como un hábito y no porque estuviese nerviosa.

-Quiero que bajes a comer con nosotros.- Si, no había estado comiendo con ellas. Me encerraba en mi habitación la mayoría del tiempo. Solo quería está sola. -Ponte un lindo vestido y baja a las ocho, ¿puedes?- Sin esperar una contestación, salió cerrando la puerta tras ella.

Me deje caer de espaldas a la cama mirando el techo y sonreí.

Quería que bajará. Bien. Iba a bajar.

(...)

-¿Estas loca?- Susurró mi hermana cuando paso por mi habitación viendo el vestido que llevaba.

Era color negro y terminaba apenas cubriendo mi culo. En la parte frontal tenía un escote a mitad de torso, donde se ataba con cintas pero dejaba nada a la imaginación. Se podía ver perfectamente mi sostén de encaje negro y la curva de los pechos.

-Si, lo estoy.- Conteste acomodando los tirabuzones que había creado en mi cabello.

-No vas a cenar de esa forma Lu, pareces una zorra.- Escupio lo último como una serpiente y me gire hacia ella.

Vestía un conjunto de blusa y falda color lavanda, muy modesto al compararlo con mi vestido. O comprado con lo que ella usaba diariamente.

-¿Que tiene de malo? Tu luces como una todos los días y no veo que eso moleste a alguien.- Me encogí de hombros con inocencia y agarre un labial rojo brillante aplicándolo en mi boca.

-¿Cuál es tu problema?- Pregunto entrando en mi habitación sin permiso poniéndose detrás de mi.

-Yo no tengo ningún problema.- Agarre el rimel y lo puse sobre mis pestañas haciéndolas más grandes.

-Deja de comportarte de esta forma, está no eres tú.- Me señaló con repulsión y me gire quedando frente a frente.

-No sé quién soy. Así que puedo ser quién yo quiera. Pero te puedo asegurar que no volveré a ser la chica que se dejaba manipular por ti y por mamá.

-Ni siquiera sabes de lo que estás hablando.

-¿Y tú sí?- Ladee mi cabeza y a pesar de que mi hermana era mucho más alta que yo, no le temi en absoluto.

Ninguna de las dos se movió del lugar o dijo algo más. Un silencio se apoderó de las dos y nos miramos fijamente como se miran dos animales a punto de pelear.

-¡Niñas! ¡Bajen ya!- El grito de mamá nos saco de nuestro estado salvaje y la primera en apartar la vista y moverse fue ella.

Por lo cual sonreí y me voltee de nuevo hacia el espejo ahuecando mi cabello y terminando de arreglarme.

Baje cinco minutos después y escuché el jadeo horrorizado de mi madre.

-¡Lu!- Me reprendio agarrándome del brazo. -Ve a cambiarte ahora mismo.

-No voy a hacerlo. Si quieres que cene con tus invitados, voy a hacerlo vestida así. Si no, me largo.- La mire a los ojos desafiante y ella me miró con enojo contenido.

-Esta bien. Más vale que te comportes.- Se alejó de mi y camine hasta el comedor viendo a Jenn charlar con un chico que estaba de espaldas a mi. Pero me parecía muy familiar.

-¿Está todo bien?- Gire mi cabeza como si fuera la niña del exorcista y ví al mismo señor que me encontré hace unos días. El de los ojos azules.

Jenn vino hacia nosotros con el chico y también era el mismo de aquella vez.

Di un paso hacia atrás viendolos aturdida.

-Lu, el es Gael. Es hijo de Darrell.- Jenn me lo presento y el chico sonrió de medio lado.

-Y yo soy Darrell, el novio de tu madre.- Abrí mis ojos atonita y di otro paso hacia atrás, nuevamente aturdida.

Las palabras que dijo se repetía una y otra vez en mi cabeza como un eco interminable.

Me tomo unos cuantos minutos asimilar lo que decía y cuando al fin lo conseguí, solo me enfadé una vez más.

-¿Por eso no llegabas en las noches?- Pregunté con un susurró y mi mamá carraspeo incómoda.

-Es mi novio, Lu.- Dijo mamá como si esa fuera explicación suficiente.

-¿Por qué no me lo dijiste?- Acuse viéndola solo a ella.

-No podía.- Encogió un hombro y ese gesto encendió toda mi cólera.

-Asi que te acuestas con tu novio y esperas que Jenn no haga lo mismo.- No sabía de donde salían esas palabras, pero me pareció demasiado lógico como para no decirlas. -Ahora entiendo cuando dijiste que el dinero no era un problema.- Los mire a ambos con desprecio.

-¡Lu!- Mamá grito con lágrimas en los ojos. Pero apenas iba empezando.

-¿Cuánto te tomo olvidar a papá? ¿Estabas con el estando casada aún? No me sorprende entonces que el se haya acostado con las vecinas. Y tú llorando como una santa.

-¡No te permito que le hables así a tu madre!- Intervino Darrell señalandome con el dedo.

-No tienes que permitirme nada, tu no eres mi padre.- Con esas últimas palabras salí de la casa cerrando de un portazo.

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora