15: Perdida.

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-¿Tengo que ir?- Pregunte sin ánimos en medio del centro comercial. No había dormido nada en la noche por un sueño que trataba de recordar, pero se escapaba de mis dedos.

-Tu eres la que se queja de que nunca hace nada.- Me dijo mamá con reproche. A pesar de haberle pedido perdón, parecía que no se le había pasado el enojo por levantarle la voz. Me arrepentía tanto de ese momento, porque todo el resto del día fue maravilloso.

-No me gustan los vestidos.- Murmuré viendo al suelo queriendo hacer una rabieta para poder regresar a casa y ver un poco de televisión, que no había visto desde que desperté del coma. ¿Por que no lo había hecho? Esa era mi pregunta del millón.

-Ya sabemos que no te gustan.- Respondió Jenn escuchando lo que había dicho.

-¿Entonces porque me hacen venir? No lo entiendo.-

-Porque no importaba que te gustase o no lo que íbamos a hacer, tú siempre estabas ahí para pasar el rato con nosotras.- Contestó de nuevo Jenn ganándose una mirada de reproche de mi madre.

-Te dije que no le dijeras nada a tu hermana, Jenn. ¿Cuantas veces tengo que decirlo?- Si, esa era una clara prueba de que mamá definitivamente no estaba de humor.

Las quería, creo, bueno, son mi familia, tengo que hacerlo. Pero no quería estar aquí si no íbamos a pasarla bien.

Así que me detuve y me planteé delante de ellas para que dejaran de caminar.

Algo me decía que nosotras no estábamos acostumbradas a pelear y no quería que eso sucediera.

-Mamá, te he pedido perdón de mil maneras, se que lo que hice estuvo terriblemente mal y no sabes cuánto me arrepiento de ello, pero ponte en mi lugar. Tú también te alterarías si estuvieras desesperada por saber quién eres. Deja esa mala cara y vamos a divertirnos, no importa que hagamos. Te prometo que no volveré a preguntarle nada a mi hermana sobre mi. Solo quiero que volvamos a ser las de antes.- ¿Notaron que dije a mi hermana? Porque estaba decidida a saber sobre mi, no importaba a quien le sacara la información.

Los ojos de mi madre, inesperadamente, se llorón de lágrimas y, muy esperadamente, me abrazó aplastándome contra su cuerpo.

-No tiene nada que ver con ustedes, mis amores. Lamento estarlo pagando con vosotras, pero no he tenido una buena mañana.- Se separó de nosotras para limpiarse las lágrimas e inmediatamente su maquillaje se corrió pareciendo la chica mala de esas películas de miedo.

-¿Darrell?- Preguntó Jenn con asombró y cierto enfado. ¿Darrell? ¿No era la persona con la que estaba hablando por teléfono hace unos días? ¿Quien era para mí Darrell?

-Cosas de mayores. Vamos, chicas. Hay que despertar nuestro lado femenino.- Se puso en medio de nosotras pero antes de andar, Jenn saco un pañuelo de su enorme bolso y se lo tendió a mamá para que se limpiara, seguido saco un pequeño espejo.

¿Que tanto había en ese bolso?

¿Por que ellas estaban usando uno y yo no?

Mamá se pasó el pañuelo por debajo de los ojos y se dio toquecitos en las mejillas cuidando que no se le quitara el rubor y la base.

-Estás perfecta otra vez.- Le dije con una pequeña sonrisa que me devolvió de forma cariñosa.

No tenía nada en contra de las que usaban maquillaje, en primer lugar porque mi familia lo usaba y en segundo, ¿que de malo tiene? Realza tu belleza y que lo uses no significa que seas fea y lo necesites o que seas una presumida. Si te sientes bien usándolo, ¿por qué dejarías de ponértelo?

Enfermedad TerminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora