Episodio 24

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-Muévete, Sasha –jadeó Veil mientras movía mis cobijas-, ¡Esto es parte de tu disciplina... Anda levántate! –jaló mi cobija dejándome desprotegida, me tomó por las caderas y me levantó de la cama-, te cambias de ropa tú o te cambio de ropa yo, tú decides –me encaminó hasta la puerta del ropero, la abrió y me mostro toda la ropa que había en él, la mayoría era nagra y gris-, te recomiendo que te pongas estas mallas negras y cualquier suéter, sé que no hay mucho de dónde escoger pero es lo que tengo.

-¿Dónde está mi ropa? –pregunté-, me gustaría ponerme la mía.

-Está ropa está diseñada para pelear –dijo poniendo las mayas y un suéter gris en mi pecho-, tú ropa se descuartizaría antes de que te dieras cuenta –se apresuró a la puerta y cuando iba a cerrar la puerta se detuvo-, tienes 5 minutos, si pasan más de ellos vendré a buscarte.

Salió.

<<¿Por qué a mí?>>, grité en mi cabeza, <<¿Por qué ahora?>>, seguía gritando.

Me apresuré a cambiarme, pero únicamente me quedaba frente a la ropa observándola, sin vestirme, no sé cuantos minutos o segundos pasaron pero finalmente decidí vestirme, justamente cuando estaba únicamente en bragas sentí un escalofrío de esos que te dan cuando alguien te observa. De pronto alguien toco la puerta, no me hacía falta preguntar, sabía que era Veil.

-¡Voy a entrar! –dijo con un tono divertido -, ¡Prepárate!

-¡Ni lo intentes –grité acercándome a la puerta para ponerle el pestillo-, o te las verás conmigo!

-No te tengo miedo –dijo entrando por la puerta-, peri tu a mí sí, te lo aseguro –se me quedó viendo y sonriendo, como si el verme así lo divirtiera.

Me quedé petrificada, el únicamente me veía de arriba abajo, inspeccionándome, su mirada no me incomodaba, por lo que me sentía extraña, decidí seguirle el juego, tomé la ropa y me puse la sudadera, que por suerte me quedaba un poco larga, así que pude tapar mi parte trasera (no sé cómo explicarlo¿)

-¿Qué? –dije sarcástica-, ¿Soy tan hermosa que no puedes dejar de verme?

El río por lo bajo, pero haciéndose notar su carcajada.

-Eres tan fea que me quedé en shock –dijo sonriendo y acercándose a mí.

Hice una mueca de enojo y lo alejé de mí, para rematar le di una pequeña descarga eléctrica y lo saqué de la habitación empujándolo con mi elemento. Hice un puchero detrás de la puerta, pateé el suelo y de mala gana me puse las mallas.

Corrí para salir fuera de la cueva, Veil me estaba esperando afuera, tenía una máscara que solamente le cubría parte de los ojos, esa máscara me permitía ver una gran parte de su rostro y sus ojos tenían un brillo que nunca había visto.

-Poco a poco me vas dejando ver más tu cara –dije llegando hasta él-. Espero que prontamente me dejes verla por completo.

-Sueñas humana –dijo sonriente, parecía que hoy estaba muy feliz-, pero si me ganas en combate quizá me la quite.

-Me esforzaré –dije sonriendo.

-Pero –dijo acercándose a mí-, ¿Qué se gano yo?

-¿Mi compañía? -respondí

-Yo decidiré eso –sonreía de una manera tenebrosa-. Empezaremos con tu elemento –dijo sonriendo, ahora entiendo el motivo de su sonrisa.

-¿Qué quieres que haga? –dije cruzando los brazos.

-Trata de evitarme –dijo convirtiéndose en humo negro y desapareciendo.

De pronto algo tiró de mi cabello y de mi sudadera, escuchaba la risa de Veil en mis oídos, supuse que era él, lanzaba ondas de viento por todos lados, pero sin darle a lo que quería. Solo se escuchaba su risa, su desesperante y sensual risa.

<<Espera, ¿Qué acabo de decir? ¡Por Dios! no te puedes enamorar, no de él>>.

Al cabo de un rato de estirones de cabello y de ropa grité:

-¡Vale me rindo, me rindo! –me encontraba en el suelo.

-No aguantas nada –dijo haciéndose persona nuevamente -, pero yo gané.

-Sí lo sé –respondí-, ¿cuál es el premio?

-Lo exigiré después – dijo acercándose a mí-, pero este es tu premio por querer esforzarte –se apresuró a tomar mi cintura y jalarme hacía él.


<<¿Pero qué?>>

-¿Cómo podría tomar eso como un premio? –pregunté enfadada.

-Yo lo veo como uno –respondió sonriente.

~~~

Pasaron tres días después de eso, seguía "entrenándome" recibiendo mi "premio" todos los días, aunque ya no me molestaba tanto como el primer día, ahora parecía como si me gustara, pero no debería encariñarme tanto, o bueno la palabra no sería encariñarme, si no enamorarme...
En los tres días Veil me enseño a curar heridas con el poder espiritual que tenía, me enseñó a transportarme y usar mejor mi elemento, también me dijo que nunca salía sin una daga que tenía escondida en un cinturón, y de verdad que la tenía bien escondida puesto que yo nunca la llegue a ver.

Entrenaba con Veil como de costumbre, habíamos hecho un trato; ninguno de los dos usaría sus elementos o espíritus cuando estuviera enojado, eso lo habíamos acordado como si fuera un pacto, no lo podíamos romper.

La clase de hoy sería de espadas. Las odio. Pesan y son difíciles de mover.

-Veil, por favor –dije ya un tanto cansada-, paremos por hoy.

-El enemigo no te dejará parar cuando estés cansada –respondió frío.

-Pero tú no eres mi enemigo –respondí-, eres mi amigo.

-Esto es una prueba cuando estés con él –atajó dándome un espadazo y yo arremetiéndolo con el escudo.

-Te lo pido, estoy cansada –rogué, pero no me sirvió de nada.

Veil me seguía atacando de la nada, mientras él estaba lleno de energía blandiendo la espada de un lado para otro, a mí se me iba la fuerza de las piernas, mi brazos decaían y mi cabeza me pedía un descanzo, traté de convencer a Veil pero esto no era fácil.

-El enemigo esto, el enemigo aquello –me quejé-, ¡no entiendo el por qué me explotas combatiendo así!

-Porque el enemigo no...

-¡Estoy harta de los enemigos! –grité dándole un espadazo que bloqueó con su espada.

-Esto es diciplina –replicó él-, ¡si no puedes seguir un simple entrenamiento, no sobrevivirás en batalla!

Estaba enojado, podía sentirlo.

-Veil –supliqué-, por favor –quité mi pose de batalla.

-¡En guardia! –gritó él haciendo que reaccionase y tomase el escudo para atajar su ataque.

Sentí un filo clavándose en mi espalda, pero era delgado, muy delgado .De pronto caí de rodillas, la fuerza en mis piernas se fue por completo, mis brazos ya no tenían fuerza para levantar la espada o el escudo, ni siquiera podía levantar mi brazo solo. Veil se aproximó a mí blandiendo la espada.

-¡En guardia! – repitió.

Sin embargo no tenía la fuerza suficiente para levantar un dedo, sin dar más opción, la espada me atravesó.

-Conque amigo -dije en un susurro que Veil casi no pudo escuchar.

Lo último que sentí fue la espada saliendo de mi, cerré los ojos ante el dolor, Veil se hincó a mi lado y yo cerré los ojos.

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|Eldarya| •••  El mundo de las hadas (Nevra) [E#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora