|Eldarya| ••• El mundo de las hadas (Nevra) [E#1]

Episodio 41

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Nevra

–Valkyon, busca hierba del sueño –ordenó Eweleïn-, Nevra, al patio.

Seguimos las órdenes de la chica, Valkyon dejó a Sasha en los brazos de Zafiro, no puedo describir su mirada, era como una mezcla de compasión tristeza y cariño. Finalmente la dejó en una camilla y se quedó con ella, sin soltar su mano, no entiendo porque, ni que se fuera a parar en ese estado. En todo caso... El que debería estar con ella ahí, tomando su mano, no debería ser Zafiro, debería ser yo.

Valkyon se fue, Eweleïn y yo caminamos por los pasillos para llegar al patio, pero en el trayecto nos encontramos con Oberón. Al verlo me quitó la libreta.

– ¿Adónde se dirigen? –preguntó curioso

–Al patio –respondimos Eweleïn y yo al mismo tiempo.

– ¿Con que motivo? –inquirió.

–Pues... –comencé a decir dudoso.

–Vamos a hacer el portal para traer a Ágata aquí –me interrumpió Eweleïn, enfrentando a Oberón.

–Que vas a hacer ¿Qué? –preguntó.

–Lo que oíste –respondió la otra entre dientes.

La observó con rabia en los ojos, como si la quisiese matar con la mirada.

–¿Con la autorización de quién? –volvió a preguntar.

–Con la mía.

Bueno, para ser mujer, tiene muchos pantalones, por no decirlo de otra manera...

–Eweleïn, escucha... -comenzó a decir, pero doña pantalones lo interrumpió.

–Escúchame tu, Oberón, tu podrás odiar mucho a Sasha –seguía hablando entre dientes-, pero muchos aquí amamos a esa niña ¡Y ni tu ni tu maldito odio tiene derecho a restringirle la vida!

Acto seguido caminó hasta la salida, sin antes pegarle a Oberón en el hombro con el suyo. *Momento incomodo* Salimos al patio y Eweleïn se sentó en el pasto con las pernas cruzadas, bufó y luego se pegó con el libro en las piernas. Soltó un grito ahogado y susurró : "Lo odio"

– ¡Argh! –aulló desesperada-. No entiendo un comino lo que dice esta cosa.

–Déjame ver –dije sentándome a su lado y pidiendo la libreta.

Me la dio nuevamente y frunció el entrecejo.

–Al parecer, el ser un animal por más de quinientos años lo convirtió verdaderamente en uno –aventuró pensativa-, ¡Ahora es un auténtico cerdo!

–Te ves terna cuando te enojas –sonreí mientras seguía leyendo.

–Nevra –inquirió-, ¿Te puedo preguntar algo?

–Lo estás haciendo –respondí manteniendo mi sonrisa.

–Nevra... -comenzaba a sonar enojada.

–Bien, bien. Pregunta lo que quieras.

– ¿Por qué culpaste a Sasha?

Dios Santo. Esta mujer siempre da en el clavo.

–Tú fuiste el que nos llamó para que la detuviéramos –averiguó-, ¿Por qué culparla a ella... Si podría decirse que la culpa es tuya?

Me atrapó c:

–Podríamos culparte a ti, ya que si no nos hubieras llamado, Ezarel y Alajéa estarían bien.