Sentí un aleteo en el pecho.
Alas. Murciélagos.
Nevra.
Su rostro provocó que quisiera apartarme rápidamente de Leiftan, pero como me tenía agarrada de la cintura conseguí muy poco. Se percató y sólo me cargó con una mueca. Empezó a caminar hacia aún más las entrañas del bosque, ya no dijimos ni una sola palabra, mi acción lo decía todo. A donde llegamos era una parte que nunca me había atrevido a visitar, los árboles estaban negros y secos, la vegetación estaba muerta y había un olor repugnante: el ambiente perfecto para trolls y gigantes.
El lugar era nada más y nada menos que otra asquerosa cueva. Antes de entrar, afuera, había una gran horda de gritos y quejas, Leiftan apretó el paso para que pudiéramos ver, ahí, en la entrada, estaban Valkyon y Chrome, del peliblanco me la esperaba, pero, ¿Chrome también se nos uniría? Ahí estaba el grandote con el que me había peleado hacía unos días, tenía una espada en las manos y amenazaba con cortarles la cabeza a los chicos, instintivamente grité.
– ¡Que ni se te ocurra hacerles nada! – advertí-, ¡Te las verás conmigo, Aiacos!
Se giró a verme con una sonrisa psicópata, digna de Miiko.
– ¿Los defiendes? –preguntó-, ¡Te aseguro que fueron ellos quienes nos atacaron hoy en la mañana!
– ¿Atacar? –inquirió Chrome-, No hemos hecho tal cosa, al menos nosotros dos.
– ¡Jamás confiaré en unas sucias alimañas como ustedes! –gritó blandiendo la espada retador.
Bajé rápidamente del enganche de Leiftan y corrí a la posición desenfundando mi espada, la interpuse en su camino, un pellizco de dolor atravesó mi cuerpo entero, mi pierna que había sanado ya un poco, se puso mal de nuevo. Valkyon, a mis espaldas, al percatarse, puso su mano en mi pantorrilla. Sentí como mi perna recuperaba su fuerza, podía apoyar ya mi peso en ella, comencé a ejercer fuerza contra la empuñadura de Aiacos, con un impulso de fuerza rompí el contacto y se tambaleó.
Adopté una pose defensiva, insinuándolo a atacar, descargué un poco de energía en la espada, al toque, quedaría electrificado. Corrimos el uno contra el otro, enfrentamos las espadas entre sí, pero jamás recibió lo que le tenía preparado, lo miré confundida y contestó:
–El mango es de vidrio aislado-sonrió victorioso-, jamás será conductor.
–No esperaba menos de ti –respondí.
Volví a romper el contacto y aventé otro espadazo, la batalla comenzó a ser más rápida, su clímax estaba cerca, no nos encontrábamos cansados, pero respirábamos entrecortadamente. Íbamos a dar el último golpe cuando Leiftan se interpuso entre los dos, tomó ambas espadas y las paró.
–No quiero más discusiones, Aiacos –lo regañó Leiftan-, si han venido a unírsenos, son bienvenidos, ¿Entendido?
El grandote bufó, blandió por última vez su espada y se la echó al cinturón. Se fue dando tumbos y, junto con la mayoría de la gente, entró a la nueva caverna.
Con el filo de la espada rompí las cuerdas que aprisionaban sus muñecas, después los abracé a los dos. Pero, cuando los solté, les propicié un golpe a cada uno.
– ¡Ay! –chilló Chrome-, ¿Por qué me pegas?
–Por idiota –respondí-, ¿Cómo se les ocurre venir a la boca del lobo?
– ¿Cómo querías que lo hiciéramos entonces? –preguntó Valkyon sobándose el golpe.
No sabía responder, así que los abracé de nuevo y volví a llamarlos idiotas.
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|Eldarya| ••• El mundo de las hadas (Nevra) [E#1]
FanfictionElla tiene un sueño dónde jura ver a alguien que siente conocer, más sin embargo nunca lo había visto en su vida, ese joven que soñó, Nevra, le dice que el lugar al que pertenece es a su lado, confusa, va al bosque por respuestas, pero termina en un...