12: ¡Sorpresa!
No sabía si tirarla por la ventana o bajarme los pantalones y orinarme sobre ella como lo hizo aquel mono hace varios días atrás. Estaba enojadísimo porque la computadora se había congelado después de haber culminado con el reporte de ventas trimestral. Intenté sofocarla al apretar ctrl+alt+supr, pero no funcionaba. Seguía en la misma página en la que había decidido no moverse.
—Pedazo de basura...
Antes de que alguien o algo saliese lastimado, preferí apagarla por completo para poder rescatar lo que haya sido salvado del autoguardado al día siguiente, pues no tenía en mente quedarme ni un minuto más en la oficina. Mi turno ha finalizado hace dos horas, y estaba tan cansado que no veía la hora para irme a casa para cenar.
Para empeorar las cosas, era hora punta y tomar el bus sería una misión imposible por la cantidad de personas que lo abordaban a las siete de la noche. A comparación de mis dos hermanos, yo no sé manejar y tampoco deseo aprender en una ciudad tan caótica. Prefiero caminar mil veces a ser chancado por los cuatro lados del auto. También consideré tomar un taxi, sin embargo, las noticias están que rebalsan de crímenes últimamente. Ya nada es seguro.
Metí todos los documentos que me faltaban archivar en mi maletín al igual que mi laptop y otros papeles que mi hermano me había pedido verificar para la próxima semana.
—¡Casi me olvido de esto! —Tomé todo el contenido y me dirigí a la puerta para ir a la fotocopiadora.
Eran archivos sobre el número de ingredientes que necesitaría para poder financiar los postres que se darían en la apertura de la tienda de mi hermano, Lacus. Se me ha pedido verificar los costos con varios proveedores para que no se desbalance nuestra cuenta, así que preferí sacar varias copias de una buena vez.
Abrí la puerta y la volví a cerrar.
No me lo podía creer.
—¡Deja de forcejear, bastardo! —Gruñí al tirar todos los papeles sobre la alfombra, agarrando las manijas con ambas manos para que Yuichiro no entrase a mi oficina.
¿Qué demonios estaba haciendo aquí? Era un día de semana en la que estamos más ocupados que nunca y no necesitaba más problemas.
—¡Mikaela! —Tocó la puerta varias veces, golpeándola con más fuerza cada vez que lloriqueaba mi nombre. De un momento a otro, la madera crujió y esa fue la señal suficiente como para que lo dejase entrar antes de que me rompa la puerta.
Abrí rápidamente, divisando para todos lados con la esperanza de que no haya llamado la atención. Para salvación mía, la mayoría de los empleados seguían caminando de aquí para allá con un montón de cosas en la cabeza, cargando con documentos y miles de diseños para la carta de dulces mi hermano.
Yuichiro seguía mirándome con una gran sonrisa; bufé al verlo y lo jalé del cuello para que entrase de una maldita vez. Nervudo, la cerré y di un gran suspiro por el tremendo alivio. Ni si quiera había practicado algún deporte y ya estaba sudando a mares.
—¿Se puede saber qué haces aquí? Te he prohibido que vengas a mi trabajo... ¿Cómo lograste encontrarme? —Cuestioné irritado, desajustándome la corbata. Me llevé ambas manos a la cintura y esperé por una respuesta, pero Yuu no parecía querer cooperar.
—Soy un dios, se supone que puedo hacer lo impensable —explicó, observando detenidamente mi pequeña oficina. Corrió hasta la pecera y palpó el vidrio para que los peces se movieran—. ¿Cuántos tienes aquí?
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¡Mi dios es un ladrón de dulces!
Fanfiction[MikaYuu x YuuMika] "¿Sabe que acaba de cometer un delito?" Yuichiro esbozó una sonrisa, le arranchó las donas al oficial y chasqueó sus dedos. "¿Y usted sabía que ahora comerán zanahorias?" Frente a los dos hombres, ahora había tres conejos. "¡Po...