20: Tan abierto como un libro
Alguien me tiró un cocacho para despertarme en medio de la noche. Su risueña sonrisa, a la cual le faltaban varios dientes, me recibió bajo la luz de la luna. Él me jaloneó, tirando de las cálidas sabanas que protegían mi cuerpo de la horrible baja de temperatura. Al incorporarme, la vieja cama de metal crujió y se hundió en el borde cuando intenté bajar lo más rápido posible. Ambos corrimos a la puerta y esperé a que él me dé la señal para podernos irnos al techo.
—No te separes de mí, Mikaela.
Asentí, tomándolo de la mano con firmeza. Juntos cruzamos el gran jardín, escondiéndonos bajo las sombras hasta que llegamos a uno de los pabellones que recién habían mandado a construir. El muchacho subió primero por las oxidadas escaleras de fierro, escalando con dificultad por la falta de zapatos y el frío. Ni bien llegamos a la cima, él me arrastró hasta el borde del edificio, señalándome las estrellas que brillaban con gran intensidad. En aquel lugar, los grandes árboles ya no cubrían el panorama y era posible apreciarlas en todo su esplendor.
—¿Ves eso? La madre Sayuri me dijo que esa estrella se llama La Osa Mayor. ¿Quieres pedir un deseo conmigo?
—No seas tonto. Por más que pida un deseo, nunca se cumplirá —resoplé, decepcionado por los sucesos que vendrían—. Igual te irás y me olvidarás.
—Te prometo que no lo haré —me aseguró al extenderme su dedo meñique—. Te vendré a visitar, te traeré chocolatinas y muchos regalos por tu cumpleaños. Le diré a mis padres que eres un gran niño y ellos querrán adoptarte. Sé que no muchos quieren a un niño manco, pero ellos deben de ser muy buenos como para elegirme.
—¿De verdad? ¿Me lo prometes? —Cuestioné, entrelazando mi dedo con el suyo.
—Por La Osa Mayor.
Salté de la cama cuando sentí un punzante dolor en mi brazo. Me había quedado dormido sobre éste. Lentamente, me levanté para no sentir aquel fastidioso cosquilleo que recorría mi adormecido miembro e intenté estirarlo varias veces para que la sangre fluya.
—Otra vez ese sueño...
—¿Mikaela? ¿Estás despierto? No sé cómo apagar la cocina...
Suspiré ante las noticias pues eran de esperarse de un completo mantenido y me puse a andar. Cuando abrí la puerta, Yuichiro torció una mueca y apoyó su frente sobre mi pecho. ¿Pensará que estoy molesto con él? No fue mi intención explotar de esa manera y puede que le haya dicho cosas bastante horribles que no sentía.
—¿Qué pasa? ¿Estás triste por las cosas que dije? Mira, Yuu, no quise decir eso. Lo s-...
—¿En verdad no somos amigos? ¡Pero si no tienes ni uno, Mikaela! ¡Yo quiero ser tu amigo! ¡Yo tampoco tengo amigos! —Chilló, aferrándose a mi torso, abrazándome con fuerza y unos ojos suplicantes que me daban lástima. He de admitir que tampoco había considerado que Yuu no andaba con nadie más que conmigo—. ¿Serías mi amigo?
—Yuu, no tienes por qué sentirte así... Y no me tienes que preguntar —admití, ligeramente avergonzado—. Nosotros ya somos amigos.
Su rostro parecía el mismísimo sol pues se iluminó como si yo fuese su mera salvación o un bendito postre. Yuichiro brincó como un conejo de lado a lado, piando de euforia máxima y se volvió hacía mí, dando un tremendo salto que nos mandó a caer sobre mi alfombra. Yuu me abrazó con tanta fuerza que juraría que por poco me quiebra los huesos.
—¡Mikaela, eres mi primer amigo! ¡Quiere decir que podemos ir al karaoke, tomar tragos, ir a bailar, ir al cine, ir de compras, ir de viaje, cocinar juntos, tomarnos fotos y todas esas cosas que hacen los amigos! ¡Hasta casarnos! —gritó a todo pulmón, apachurrándome el alma de mi frágil cuerpo.
—¿Casarnos? —Repetí pasmado, pero él me ignoró.
Lo aparté de un manotazo y recuperé el aliento. Mi brazo ya no era lo único que estaba adormecido. Mi cuerpo estaba adolorido hasta el punto en que me tuve que arrastrar a la cocina para apagarla. Yuichiro me cogió por debajo de las axilas y me alzó como si fuese un cachorro, depositándome sobre una de las sillas.
—Lamentó haberte gritado —dije, flexionando mis músculos para poder movilizarme con normalidad—. Estaba enojado por un recuerdo que vino a mi mente y me desquité contigo.
—¿Qué recuerdo?
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¡Mi dios es un ladrón de dulces!
Fanfic[MikaYuu x YuuMika] "¿Sabe que acaba de cometer un delito?" Yuichiro esbozó una sonrisa, le arranchó las donas al oficial y chasqueó sus dedos. "¿Y usted sabía que ahora comerán zanahorias?" Frente a los dos hombres, ahora había tres conejos. "¡Po...