13.-Wade Wilson

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Título: La chica loca de Central Park.

Advertencias: Lenguaje.





Eran las cuatro de la mañana y no tenías sueño alguno, te encontrabas dando vueltas en el parque sin ninguna razón.

Las luces de los alrededores eran tenues, no había ninguna sola persona por allí.

Escuchaste a un par de hombres hablar y te giraste a verlos.

Tenían un gesto serio en el rostro, ambos iban muy bien vestidos, trajes negros y...

-Mierda-exclamaste llevándote la mano a la boca.

Ambos hombres tenían un arma en mano.

Te golpeaste mentalmente, tendrías que escuchar a tu madre más seguido sobre sus consejos de no salir muy tarde a deambular.

Te quitaste discretamente del camino de ellos y te escondiste en un árbol esperando a que pasaran.

Tu corazón se aceleró cuando escuchaste sus pasos acercarse a ti, pero ellos no se percataron de tu presencia y siguieron de largo.

Suspiraste y seguiste en tu camino, definitivamente te irías a casa ahora.

-¿Que crees qué haces aquí?-te pregunto alguien a tus espaldas.

Te sobresaltaste y te giraste inmediatamente a ver el dueño de la voz.

-¿Pasear?-respondiste un poco más calmada al ver que solo era un tonto con un traje de... de algo.

-Estás no son horas de pasear jovencita-dijo el poniéndose ambas manos en las caderas.

Su traje rojo brillaba a pesar de la poca luz.

-¿Y eso a ti que te importa, imbecil?-exclamaste con cierto temor, el bien podía venir junto con los trajeados.

Se pudo ver cómo formó una "o" con su boca.

-Tienes una boca muy sucia, linda-dijo llevándose una mano a su entrepierna-Yo puedo limpiártela.

Entendiste el doble sentido y le sacaste el dedo de en medio.

Asqueroso.

Wade había olvidado por completo su misión: Sacarle información a los hombres sobre su jefe.

Pero le fue imposible al verte sola caminando con un diminuto short de mezclilla y una blusa de tirantes.

-Es mejor que te vayas de aquí-dijo-Esto se pondrá verdaderamente sucio.

Tu entrecerraste tus ojos.

-Mira, no quiero que salgas lastimada-saco de sus pantalones una billetera y te dio 20 dólares-Tal vez esto pueda pagar una hora...

Tu auto control no resistió más y le diste un fuerte golpe en su cara.

Al ver que su rostro no se inmutó siquiera por el golpe, te sorprendiste. Tal vez no era peligroso (llevaba un disfraz rojo, eso era muy infantil) pero los hombres armados si que te aterraban lo suficiente para que te largaras a casa. No es que no amaras tu vida, pero no te dejarías intimidar muy fácil.

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