One Shots • Marvel

90.-Steve Rogers

Título: Daddy Steve

Advertencias: Referencias (las favoritas de Steve) sexuales (pero no de ese tipo).

Chupaste los restos de caramelo de tu dedo índice e interceptaste miradas con Steve.

El no había podido dejar de verte durante toda la cena, ninguno de los dos podía olvidar lo que había pasado entre ustedes unas noches atrás.

-¿Puedes pasarme la leche?-le pediste al rubio intentando alcanzarla.

Él reaccionó al instante y te la paso.

La agregaste a tu café y después de darle un sorbo murmuraste:

-Me gusta la leche.

Clint suelta una sonora carcajada ganándose la atención de todos.

Tus amigos siempre te molestaban al ver como bebías el café casi a base de leche mientras ellos lo tomaban negro o como cualquiera haría, mitad café negro y mitad leche.

Decían que era una aberración.

-¿De que demonios te ríes, Barton?-espetaste.

Todos los vengadores estaban reunidos celebrando que la última misión fue un éxito a pesar de la dificultad de esta.

-¿Yo? De nada en absoluto-dijo escondiendo una sonrisa.

Lo miraste suspicazmente y seguiste deleitándote con tu café.

-Hay que felicitar a la niña-exclamo Stark poniéndose de pie-Hoy demostró su valía en el campo de batalla ante una situación muy dura.

Dirigiste tu mirada a tu compañero de frente ignorando lo que Tony decía y le sonreíste con picardía.

Steve Rogers era el hombre perfecto.

Sentado allí con una playera ajustada haciendo que sus músculos se remarcaran y su rostro entre el dilema de prestarle atención a Stark de forma respetuosa o seguir mirándote.

El solo hecho de ver a Steve le daba rienda suelta a tus fantasías y más al recordar cómo su seriedad no se deshacía del todo en la cama; te ponía en otro mundo.

Te latía algo y no era el corazón.

Cuando prestaste atención a lo que Tony estaba terminando de decir, todos te aplaudían y les agradeciste amablemente.

Steve te sonrió y tú le sonreíste de vuelta.

Cuando giró su rostro su sonrisa desapareció y terminó de comer con semblante tranquilo, se le veía cansado pero hacía lo posible por mantenerse al ritmo de las charlas.

Solo habían pasado la noche juntos una vez y fue lo más lindo y tierno que jamás habías hecho.

Y después de ese encuentro te había pedido una cita formal pero ninguno de los dos lo había comentado con nadie más.

Steve era tímido en lo que respecta a chicas pero tenía una figura de superioridad de la qué tal vez no era siquiera consciente.