One Shots • Marvel

48.-Tom Hiddleston

Título: Sencillos gestos

Los cosas no estaban bien, nada era lo mismo con Tom.

Pasando los canales de la tele en busca de alguna película observabas detalladamente a Tom.

El se estaba abrochando los botones de la polo, estaba a punto de salir y sabías que no llegaría temprano como era su costumbre.

-¿Vas a salir?-preguntaste moderando tu tono porque tu estupida pregunta no era más que eso.

El asintió mientras tomaba las llaves de su auto, no ibas a cuestionarlo, no tenía sentido. Si el no quería decirte, así sería.

Le diste la espalda y perdiste el contacto visual, sin nada que ver cómo también era costumbre en la television te quedaste mirando al horizonte.

La nostalgia te arrolló, Tom tal vez iría a reunirse con otra mujer.

¿Cuando pasó eso?

No querías encararlo por la relación poco interesante que llevaban, no te echabas toda la culpa pero si la gran parte de ella.

Te pusiste de pie y fuiste a ducharte, con tu camisón para dormir puesto preparaste algo de cenar y guardaste una porción para Tom por si deseaba comer luego. Eras considerada.

Te sentaste en pleno silencio a comer, la casa era muy grande y a veces te sentías demasiado sola.

Escuchaste la puerta azotarse y unos pasos acercándose por el pasillo.

Tom venía con un gesto distraído en su rostro.

Traía en sus manos una docena de girasoles las cuales te tendió, dejaste de comer para recibirlas y poder observarlo con confusión verdadera.

-¿Y esto?-preguntaste incrédula.

El paso una de sus manos por su cabello y suspiro.

-Estaba caminando y vi una florería en donde estaban descargando flores frescas y..... las compre para ti.

Había pasado mucho tiempo que no te regalaba flores, parpadeaste con una sonrisa gigante en tu rostro. Sentiste como tus ojos se llenaban ligeramente de lagrimas.

-Gr-gracias-te tembló un poco la voz.

El amo ver ese sentimiento de alegría  en tu rostro, se preguntó ¿como algo tan sencillo pudo hacerte sonreír?

El busco en los estantes un plato para servirse de lo que estabas comiendo, tu buscaste un jarrón para tus girasoles y de paso servirle un poco de vino a tu novio.

Se sentó junto a ti en la mesa y comieron bajo sus atentas miradas.

No hablaron de nada, sus respiraciones y miradas eran las únicas que se conectaban en ese espacio.

Terminaron de cenar y después de lavar los platos estabas a punto de subir a la habitación cuando te sorprendió a tal grado de asustarte tomándote por la cintura y besándote efusivamente.

El beso era necesitado, pasaste tus manos por su cuello y cabello. El era más alto que tú por lo que tú mirada estaba hacia arriba.