One Shots • Marvel

43.-Wanda Maximoff

Título: Es solo un resfriado

Advertencias: No

Estabas acostada en tu habitación en la torre Stark, no podías parar de estornudar debido al molesto resfriado que habías contraído por salir con "ropa primaveral" como la había llamado Wanda, un día que había mucha lluvia y frío en Nueva York.

-Yo te lo dije-exclamó Wanda tocando tu frente para medir la temperatura-Pero nunca me escuchas.

Frotaste tu nariz para que el escurrimiento nasal quedará en la toalla.

-No lo repitas más por favor-dijiste-Estoy pagando caro por no hacerte caso.

La castaña te sonrió y pasó una de sus manos por tu mejilla, tus ojos estaban irritados y parecía como si hubieras llorado.

Para Wanda era muy tierno verte en ese estado, no porque te sintieras mal si no porque ella te cuidaba y tú no protestabas.

-¿Quieres que te prepare algo de comer?-preguntó tocando tu frente otra vez-¿Algo de beber? ¿Café? ¿Té?

-Estoy bien-aseguraste.

-No me molestaría cocin.....

Tocaste su palma de la mano y sonreíste.

-Gracias.

La sokoviana por una extraña razón se sonrojó y agacho la cabeza con discreción, ambas sabían su orientación sexual. Y después de haber pasado por la charla que Steve y Tony se habían encargado de darles por separado (que por cierto fue la charla más confusa, porque ambos se contradecían mucho) estaban seguras de que se gustaban.

Tú eras la que había dado el primer paso, porque sabías que Wanda era lo suficientemente tímida como para confesar sus sentimientos hacia ti.

Y con el tiempo se hicieron más cercanas a pesar de los sucios intentos de Pietro por entrometerse en su relación secreta.

Ella era la que había pedido que no lo supiera nadie hasta el momento más que ustedes dos y su hermano y aunque ya todos los vengadores sospechaban, no tenían la certeza de que era cierto.

Tomaste tu teléfono y escribiste un nuevo mensaje.

-¿Que haces?-preguntó Wanda ladeando la cabeza ligeramente.

-Le mando mensaje a nuestro lacayo para que traiga una bolsa de dulces-respondiste sin dejar de escribir.

-¿Quien es nuestro lacayo?-exclamó divertida.

-Tu hermano.

Ella río negando con la cabeza.

-Puedo ir yo por ellas....

La detuviste colocando tu mano en su pierna, ella traía puesta una falda oscura que apenas cubría sus muslos  y se puso nerviosa al instante que tocaste su piel.

-No quiero que te vayas-le dijiste-Además, ¿cuántos segundos de su vida le tomará a Pietro ir por los dulces y traerlos? Exacto, no más de cinco.