57.-Natasha Romanoff

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Título: Una bailarina.





Tenía sed.

Después de estar dos horas bailando estaba agotada, los tacones ya no los aguantaba y lo peor de todo es que la noche apenas estaba comenzado.

La lenta y seductora música termino, la señal para pasarle el turno a la siguiente chica.

Bajé del pequeño escenario junto a la otra chica que había bailado conmigo pero yo fui a la barra en donde Annel servía bebidas, ella me sonrió y me tendió un Martini con una cereza.

Se lo agradecí y me llene de la frescura y sabor dulce de la bebida, sutilmente Annel miro el escote en V que llegaba hasta por debajo  de mis pechos y hacia maravillas con estos debido al encaje y la seda roja del corto y holgado vestido diseñado para realzar todos los atributos de cualquier mujer.

Le guiñe un ojo a la chica.

-Alguien preguntó sobre ti.

-¿Quien?

Annel señaló sutilmente hacia los sofás, en esa parte no había mucha iluminación pero a la gente le seguía gustando mucho allí ya que de igual forma podías ver muy bien el espectáculo.

La mujer de cabello rojo estaba sola y nos miraba fijamente, era muy hermosa para estar aquí en un cabaret, usualmente las bailarinas eran las únicas mujeres que se pasoteaban por este lugar. Hubo algunas veces en las que tuve la ocasión de verlas y eran muy pocas las que disfrutaba de los espectáculos y la compañía en realidad.

-¿Solo pregunto eso?-inquirí.

-Dio a entender que estaba interesada.

Podía bailar casi semi-desnuda en un Nigthclub pero era muy raro que vendiera mi cuerpo por algunas horas.

-Si necesitas algo solo pídelo-escuche que dijo Annel yéndose al otro lado de la barra a atender a más personas.

Era una mujer.

No voy a decir que no está bonita, pero nunca se me había pasado por la cabeza acostarme con alguna aunque tal vez podría hacerlo está noche.

Si me acercaba a ella tenía que estar dispuesta a hacer lo que sea.

Termine mi bebida y me encaminé hacia la pelirroja que llevaba una chaqueta oscura, jeans y botas largas, su melena roja estaba suelta y ella venia ligeramente maquillada.

-¿Quieres compañía?-pregunte con una sonrisa.

Ella alzó su rostro para verme por qué las zapatillas plateadas que traía me hacían parecer más alta además de que ella estaba sentada.

-Me encantaría.

La sonrisa que me dirigió me dio un escalofrío y me hizo ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, la mujer tenía un ligero acento raro.

Ella se puso de pie e hizo que la siguiera hasta los apartados privados, me di cuenta que muchos hombres le dirigían miradas de deseo pero ella no se intimido si no que les sonreía tentadoramente devuelta.

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